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Tratamiento psicológico de la Hipocondría

Es curioso observar que en los tiempos que vivimos en los que cada vez hay más avances médicos y mejores medios tecnológicos para detectar enfermedades, los casos hipocondría continúen incrementándose. Es una paradoja. Todos los avances científicos en el campo de la salud deberían de servir para estar más tranquilos y seguros. En cambio, se observa que sucede lo contrario.

La salud siempre es un tema de importancia en nuestra sociedad. Es vital no descuidar su vigilancia y llevar a cabo conductas para mantenerla. El problema reside en las ocasiones en que puede convertirse en una obsesión. En estos casos nos encontramos entonces con una preocupación extrema,  de una intensidad anormal del sujeto por su propio estado de salud. Esto llega a afectar a su vida social, laboral, familiar, y provocando un sufrimiento clínicamente significativo.

Es normal que, ante la presencia de algún síntoma, una persona se preocupe y piense que padece alguna enfermedad de mayor o menor gravedad. No obstante, al acudir al médico y ver que realmente no ocurre nada grave, la gran mayoría de las personas se tranquilizan.

Cuando una persona considera que tiene síntomas indicativos de alguna enfermedad grave y va al médico y éste le dice que no tiene nada y sigue pensando que está enferma, es probable que padezca hipocondría.

¿Qué es la Hipocondría?

Se puede considerar la hipocondría un trastorno de ansiedad. La hipocondría se puede manifestar por preocupación o miedo a padecer una enfermedad grave, o creencia de padecer una enfermedad, a partir de la interpretación personal de uno o más síntomas. El miedo injustificado o la idea de padecer una enfermedad persisten a pesar de las explicaciones médicas.

Las preocupaciones hacen referencia a funciones corporales como el pulso, la sudoración o los movimientos peristálticos. También puede ser por manifestaciones menores anómalas como tos o pequeñas heridas o a sensaciones físicas que definen de manera vaga y ambigua. La persona trata de averiguar su causa, su significado y veracidad. Son muy alarmistas y pueden alterarse en gran medida al escuchar o leer cosas relacionadas con enfermedades, centrando su atención en su propio cuerpo.

Las personas hipocondríacas están tan preocupadas por su salud que continuamente se observan e interpretan cualquier señal o cambio en el cuerpo que les confirma una enfermedad grave. Están constantemente preocupadas y convencidas de que están enfermas. Por eso, viven en constante estado de alerta, controlando minuciosamente su cuerpo y haciéndose todo tipo de pruebas médicas para que les encuentren esa enfermedad imaginaria que creen tener. Cuando van al médico se quedan tranquilos por un tiempo pero pronto les atrapa de nuevo la preocupación.

Entre los comportamientos propios de un hipocondríaco existen conductas tales como el “doctor shopping”, referido a las peregrinaciones que emprende el paciente, de profesional en profesional. Con estas consultas buscan obtener información tranquilizadora sobre su enfermedad imaginaria. Esto provoca, en muchas ocasiones, un incremento del gasto sanitario y del sufrimiento del paciente, además de favorecer la instalación de la hipocondría. También hay que tener en cuenta que muchas de las pruebas diagnósticas a las que se someten los hipocondríacos son molestas o presentan riesgos para la salud.

Al igual que en otros trastornos de ansiedad, al recibir información tranquilizadora, por parte de un profesional médico, inicialmente, se produce una reducción del nivel de ansiedad. Esto actúa como un reforzador que hará que el patrón de conducta: noto un síntoma, me pongo nervioso y voy al médico, se mantenga a lo largo del tiempo. Así, pasado un tiempo tras la última consulta médica el paciente buscará una segunda opinión o se centrará en otras sensaciones corporales. Otras veces, la misma consulta médica causará nuevas preocupaciones, por cualquier mínima falta del discurso médico.

En casos más graves de hipocondría, la persona, sigue pensando que padece una enfermedad grave, a pesar de que los resultados de las pruebas médicas realizadas sean negativos. En estos casos, llegan a interpretar que el médico ha confundido sus pruebas con las de otro paciente, o, incluso, que padece una enfermedad que la medicina todavía no conoce.

Los síntomas que refiere el paciente hipocondríaco suelen ser generales o vagos, pero él o ella son capaces de describirlos con extrema minuciosidad, reparando en detalles que son completamente intranscendentes pero a los que ellos otorgan suma importancia.

Tenemos antecedentes de que el estrés psicosocial, la muerte de alguna persona cercana, y las enfermedades graves sufridas en la infancia son indicadores importantes que precipitan la aparición del trastorno. Así mismo durante su desarrollo se observa una comorbilidad con la ansiedad, la depresión y los trastornos somatomorfos.

Las personas hipocondríacas suelen hablar con los demás del problema, sociabilizan las preocupaciones y los síntomas que se perciben como señales de enfermedad y esto amplifica la preocupación obsesiva. Además las personas intentan tranquilizar a los hipocondriacos dándoles más información y con ella les crean más dudas que necesitan responder reiterando las soluciones intentadas anteriormente. Acaban no pudiendo salir de un círculo vicioso que les genera cada vez más malestar.

También miran continuamente internet o leen sobre las enfermedades, por un lado la información nos da poder, nos da la sensación de tener el control. Y en un primer momento tranquiliza a la persona pero, luego esta fuente de información se acaba convirtiendo en una fuente de dudas e inseguridad. Y acaban no parando de dar vueltas sobre la misma fijación obsesiva.

En población general la prevalencia de la hipocondría es de 1%-5%. Afecta por igual a hombres y a mujeres. Es más frecuente que empiece en los primeros años de la vida adulta.

Tratamiento Psicológico de la Hipocondría

            En el tratamiento psicológico de la hipocondría se ha visto que no hay ningún tratamiento totalmente eficaz. Las terapias más eficaces son las terapias conductuales y terapia cognitivo-conductual que se podrían organizar en torno a cuatro categorías conceptualmente distintas:

  • Las interesadas en reducir la respuesta de ansiedad amortiguando la activación autonómica, mediante técnicas de relajación o respiración, o/y entrenar a la persona a afrontar situaciones inconvenientes (manejo del estrés, solución de problemas, entrenamiento en asertividad)
  • Las diseñadas para extinguir las respuestas de ansiedad condicionadas a situaciones específicas, mediante la exposición con prevención de respuestas. Es decir, la persona se expone a la posible presencia de una enfermedad, a los síntomas que pueda tener, pero previene la conducta de reaseguración por parte del médico o de su entorno.
  • Procedimientos operantes buscan modificar los reforzadores que pueden mantener las conductas aprendidas de enfermo crónico y, al mismo tiempo, desarrollar un comportamiento más funcional.
  • Finalmente, las que intervienen sobre los contenidos cognitivos disfuncionales, a través del desafío de las interpretaciones catastróficas.

Es importante tener presente que si cumple algunos de los síntomas y criterios comentados y estos son de gravedad e interferencia significativa con su día a día, acuda a un especialista, psiquiatra o psicólogo, para que lleve a cabo una evaluación más profunda, un buen diagnóstico y con ello una intervención temprana y eficaz.

Cristina Pinilla Gómez. Psicóloga Ayudante Top Psicólogos Granada


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