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Category Archives: Especialidades

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Ansiedad

Ansiedad, miedo y fobias

No es sencillo establecer una distinción clara entre lo que se entiende por Fobia y Miedo. Así que comenzaremos tratando de esclarecer las diferencias entre ambos términos.

El miedo es considerado como un fenómeno psicológico normal para el ser humano y se define como una emoción que se caracteriza por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o imaginado, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza.

Se trata de un fenómeno evolutivo normal que nos proporciona los medios de adaptación a los estresores vitales. Se considera como una parte integral del desarrollo psicológico normal ya que señala la presencia de un peligro. Por lo general, los miedos suelen ser transitorios y no interfieren en el funcionamiento psicológico cotidiano. Nos permiten generar y consolidar medios y recursos encaminados a resolver de modo satisfactorio las situaciones estresantes.

La dimensión cognitiva de los miedos, cobra una especial relevancia, ya que, como hemos visto, son reacciones emocionales adaptativas ante una serie de estímulos, unos externos y otros generados por el propio sujeto, que son autocalificados como amenazadores o emparejados con estímulos percibidos como peligrosos.

Ahora bien, en base a lo expuesto hasta ahora, hay que diferenciar entre estos miedos adaptativos para la supervivencia y los considerados como miedos clínicos. Las diferencias entre uno y otro suelen tener que ver con “cantidad”, por lo tanto, es hora de acudir a terapia cuando el miedo cumple una serie de características:

  • La reacción es desproporcionada respecto al peligro de la situación.
  • Se acepta como irracional, esto es, resistente a las explicaciones o razonamientos correctos.
  • Es involuntario, no está sujeto al control de la persona.
  • Lleva a evitar la situación temida y, esta evitación causa una perturbación grave en la vida de una persona.

La ansiedad y los trastornos de ansiedad

Dentro de los trastornos de ansiedad encontramos una amplia variedad de síntomas. Si nos centramos en el grupo de las fobias y trastornos de ansiedad, en el DSM-5 (APA, 2013), podemos encontrar los siguientes tipos:

  • Fobias específicas

Aparición de miedo o ansiedad intensa y persistente, prácticamente inmediata e invariable respecto a un objeto, situación concreta, que se evita o aguanta a costa de un miedo o ansiedad intensa.

  • Fobia social (ansiedad social)

Miedo o ansiedad intensa que aparece prácticamente siempre en relación a una o más situaciones sociales en las que la persona cree que se enfrenta al posible examen de los demás. La persona teme actuar de una determinada manera (vergüenza, incapacidad…) y/o manifestar síntomas de ansiedad que puedan ser valorados negativamente por los demás.

  • Mutismo selectivo

Imposibilidad resistente para hablar o responder a otros en una situación social concreta, en la que se espera que debe realizarse, a pesar de hacerlo sin problemas en otras situaciones (suele ocurrir en contextos conocidos como en casa y/o en presencia de familiares inmediatos).

  • Trastorno ansiedad por separación

Entre los criterios encontramos el miedo o ansiedad intensa y persistente sobre el hecho de tener que separarse de una persona a la que le une un vínculo estrecho y que se manifiesta en, al menos, tres características clínicas, centradas en preocupación, malestar psicológico subjetivo, rechazo a quedarse solo en casa o desplazarse a otros lugares (escuela, trabajo, etc.) y/o presencia de pesadillas o síntomas físicos ante la separación de esas figuras de vinculación o su anticipación.

 

  • Ansiedad generalizada

Ansiedad y preocupación excesiva constantes que las personas tienen dificultades para controlar, sobre diversos acontecimientos o actividades y que se asocian a tres o más síntomas de sobreactivación fisiológica.

 

¿Cómo podemos ayudarte?

Desde el único modelo validado como eficaz en los trastornos de ansiedad, el cognitivo-conductual, podemos realizar una intervención sobre los siguientes síntomas que se presentan y que resultan perturbadores y causantes de malestar.

  • Síntomas anímicos, es uno de los síntomas que debemos tener en consideración y que generalmente asienta el eje de los trastornos de ansiedad.
  • Síntomas motores. Frecuentemente sentimos que nuestra forma de responder a nivel conductual se modifica, como por ejemplo movimientos repetitivos, tics, evitación de determinadas situaciones etc.
  • Síntomas somáticos. Es habitual que mostremos cambios a nivel físico, como dolores de cabeza, síntomas gastrointestinales, etc.
  • Síntomas cognitivos. Pensamientos que nos invaden y que no podemos evitar interfiriendo en nuestro quehacer cotidiano.
  • Síntomas relacionales. El hecho de evitar situaciones, lugares, etc., nos afecta en nuestras relaciones sociales, con nuestros amigos, familiares y, en definitiva, nuestra vida.

 

¿Cómo abordamos los trastornos de ansiedad?

Dependiendo del problema que nos cause ese malestar, podremos ayudarte desde el paradigma cognitivo-conductual. Los métodos de tratamiento que te resultarán más efectivos y que son los que trabajaremos son los siguientes:

  • Psicoeducación sobre respuestas de miedo y su función y explicación a nivel biológico.
    Esta estrategia fomenta el autocontrol y conocimiento de las formas habituales de responder el organismo y el motivo filogenético por el que lo realiza. Útil para que la persona entienda la reacción de su cuerpo y modifique las expectativas que puede tener sobre la evolución que pueden tener esas sensaciones y respuestas, con lo que favorecemos que no se asusten y anticipen cambios que no pueden producirse.
  • Exposición in vivo: gradual o brusca.
    Se trata de la técnica que mayor eficacia ha demostrado. Se basa en la idea de evitar el escape o la evitación de las situaciones que provocan el miedo. La evitación provoca que la persona al salir de la situación, no pueda comprobar o experimentar sensaciones diferentes al miedo y modificarlas a través de la habituación, la extinción y recondicionamiento. Al permanecer en la situación y a través de la práctica se puede modificar el pensamiento y las expectativas de lo que la persona cree que ocurrirá si permanece en esa situación.
    Se trata de exponer al paciente a aquellas situaciones que teme y evita, de forma que permanezca en la situación hasta que la ansiedad desaparezca o bien que, si no lo soporta, pueda salir momentáneamente y regrese lo antes posible.
    Sin embargo, la exposición en situaciones sociales tiene alguna peculiaridad, como por ejemplo, que no puede ser programada de forma tan detallada ni puede ser tan larga como sería deseable.
  • Desensibilización sistemática en imaginación.
    Se trata de una técnica que se utiliza de forma habitual ante fobias, mediante la inhibición recíproca.
    Esta técnica se compone de relajación y una presentación gradual de estímulos que provocan la respuesta de ansiedad.
  • Relajación/respiración diafragmática.
    Puede utilizarse de forma complementaria para que el paciente tenga estrategias de afrontamiento y autocontrol, de forma que pueda rebajar la ansiedad y de esta forma las respuestas vegetativas. Hay que tener precaución para que no se utilice como una forma de evitación cognitiva activa.
  • Exposición:
    Experimentos conductuales (listado de situaciones a afrontar).
  • Identificación de distorsiones (registros, listados de pensamientos negativos).
  • Discutir pensamientos negativos (búsqueda de alternativas).
  • Entrenamiento en habilidades sociales:

 

Casos ficticios

“Tengo mucho miedo a volar en avión y ya no lo he vuelto a hacer. Comenzaba a tener pavor a un viaje en avión un mes antes de partir. Era una sensación terrible cuando se cerraba la puerta del avión y me sentía atrapado. Mi corazón comenzaba a latir con fuerza y yo comenzaba a sudar muchísimo. Cuando el avión comenzaba a ascender, se reforzaba mi sensación de que no podía escapar. Cuando pienso acerca de volar, me imagino perdiendo el control, enloqueciéndome, trepando por las paredes, pero por supuesto nunca hice algo así. No le tengo miedo a estrellarme o a encontrar turbulencia en el camino. Es sólo la sensación de estar atrapado. Siempre que tenía que pensar acerca de un cambio laboral, tenía que pensar, ¿será que me veré presionado a volar? Ahora solo voy a sitios adonde pueda conducir o tomar el tren. Mis amigos siempre me dicen que tampoco me puedo bajar de un tren que viaja a alta velocidad, así que, ¿por qué los trenes no me afectan? Simplemente les respondo que no se trata de un miedo racional”.

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Adicciones

Tratamiento Psicológico de las Adicciones

Según el DSM-IV-TR, la dependencia o adicción, se caracteriza por un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos. En el DSM-V se incluye una nueva categoría para recoger “adicciones conductuales” donde se incluye el juego patológico.

En la adicción se desarrolla una búsqueda patológica de la recompensa y/o alivio a través del uso de una sustancia u otras conductas. Esto implica una incapacidad de controlar la conducta, dificultad para la abstinencia permanente, deseo imperioso de consumo, disminución del reconocimineto de los problemas significativos causados por la propia conducta y en las relaciones interpersonales, así como una respuesta emocional disfuncional.

Debemos distinguir entre la dependencia patológica (se caracteriza por diferentes mecanismos: tolerancia, abstinencia y deseo) y la dependencia de sustancias. En lo que respecta a la nosografía, el fenómeno del doble diagnóstico (comorbilidad) o doble trastorno (la conocida como “patología dual”), apoya  la coexistencia de trastornos psicopatológicos, además de la adicción a la sustancia, en un mismo individuo. Existe una asociación importante entre las adicciones y otros trastornos psiquiátricos como: depresión, trastornos de ansiedad, problemas de pareja, trastornos psicóticos y distintos trastornos de la personalidad.

Los trastornos de la conducta demuestran ser  predictores del subsiguiente trastorno antisocial de la personalidad y el abuso de sustancias.

Por otro lado, también se ha encontrado una fuerte relación entre el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y las adicciones. Los datos epidemiológicos han encontrado que entre el 40-70%     de las personas con adicción cumplen criterios diagnósticos de TDAH.

La vulnerabilidad, desde el punto de vista de los mecanismos metabólicos, da testimonio de que las modificaciones del hipocampo y la amígdala, el sistema mesolímbico, por lo tanto, están relacionadas con la manifestación del trastorno. También la serotonina y el sistema noradrenérgico, después de mutaciones genéticas, son responsables de la dependencia de sustancias. Las características temperamentales de los niños, como la agresión, son indicios del aumento futuro del trastorno, especialmente después de los intentos de buscar emociones fuertes, desafíos y condiciones extremas. Los factores biológicos e individuales son los factores de riesgo en el desarrollo de enfermedades adictivas.

Principales sustancias de abuso

Antes de hablar de cuáles son las drogas de abuso que se suelen utilizar, sería importante hacer referencia a la definición propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1982) que es: “Aquella sustancia de uso no médico con efectos psicoactivos (capaz de producir cambios en la percepción, el estado de ánimo, la conciencia y el comportamiento) y susceptible de ser autoadministrada”.

Según la misma Organización se pueden clasificar estas sustancias en diferentes grupos:
1 – Opiáceos: Opio y derivados naturales, sintéticos y semisintéticos (heroína, metadona, morfina, etc).
2 – Psicodepresores: Benzodiacepinas, barbitúricos y similares.
3 – Alcohol etílico.
4 – Psicoestimulantes mayores: Anfetaminas y derivados, cocaina y derivados, etc.
5 – Alucinógenos: LSD, mescalina, psilocibina y otros.
6 – Cannabis y sus derivados: hachis, marihuana, etc.
7 – Sustancias volátiles: Solventes volátiles como acetona, gasolina, óxido nitroso, etc.
8 – Psicoestimulantes menores: Cafeína, tabaco, colas, etc.
9 – Drogas de diseño.

La diferentes modalidades de consumo de una droga de abuso se pueden clasificar de la siguiente manera:
Uso: representa el consumo o gasto de una sustancia.
Hábito:
cuando se consume la sustancia por sus efectos, manifestándose el deseo de consumir, pero manteniendo la dosis. El hábito no supone una necesidad imperiosa de consumir.
Abuso:
con este término no se describe obligatoriamente la presencia de una dependencia. Lo que indica es el consumo de una sustancia que se desvía del uso normal que existe en una cultura especifica.
Drogodependencia:
en 1964 la OMS ha definido la drogodependencia como un “estado de intoxicación periódica o crónica producida por el consumo repetido de una droga natural o sintética y caracterizado por: a) costante necesidad de tomar y obtener la droga por cualquier medio, b) hábito de aumentar la dosis,             c) dependencia físico-psíquica que provoca un síndrome de abstinencia en el momento que no se consume la droga, d) efectos nocivos para la persona y su entorno social.

Tratamiento de las adicciones a sustancias

Es esencial desde el principio abordar el tema de la desintoxicación. Evaluar qué recursos personales tiene el sujeto, si se ha desintoxicado en otras ocasiones y cómo. Miedos irracionales que pueda tener sobre el síndrome de abstinencia, circunstancias o personas que puedan ayudar o perjudicar durante la desintoxicación. Se establece qué pautas de consumo tiene (sustancias consumidas, horas y lugares de consumo, posibles estímulos relacionados son el consumo, etc.).

Finalmente se plantean las posibilidades terapéuticas disponibles: tratamiento clínico ambulatorio con o sin medicación, unidades de día, ingreso en Centro Residencial, etc.

En Top-Psicólogos disponemos de profesionales especializados en el tratamiento de las adicciones. En la mayoría de las ocasiones, se podrá realizar una intervención Clínica-Ambulatoria, es decir, acudiendo a sesiones en el despacho de uno de nuestros psicólogos.

En los casos que, por la gravedad  de la adicción, sea necesario el ingreso, contamos con la colaboración de Clínica Alborán, en La Zubia (Granada).

 

Caso ficticio:

Eduardo, de 33 años, es camarero aunque lleva seis años en paro. Presenta una dependencia grave de cannabis, diagnóstico principal del caso. Fuma 20 porros al día desde los 17 años. Su vida cotidiana transcurre en casa, sin hacer nada.  Pisa la calle solo para conseguir el dinero que necesita.

Además, padece insomnio, ansiedad, depresión y apatía (“síndrome amotivacional”) inducidos por el cannabis. Cuando interrumpe el consumo, presenta un intenso malestar y  deseo de consumir, describiéndolo como insoportable.

Debido a la gravedad de su situación, se recomienda el tratamiento en Centro Residencial. Allí deberá recibir atención sanitaria y psicológica (terapia de grupo, psicoeducación, entrevistas individuales; perspectiva a largo plazo), y se debe ser cuidadoso tanto en la coordinación presencial y telefónica con familiares y profesionales concernidos.

 

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Terapia de pareja

¿QUÉ ES LA TERAPIA DE PAREJA?

La terapia de pareja ayuda a las parejas (casadas o no) a entender y resolver conflictos o a mejorar las relaciones. Proporciona las herramientas necesarias para potenciar la comunicación, utiliza técnicas para la resolución de conflictos y facilita la negociación de las diferencias existentes en el seno de la pareja.

Sabemos que el proceso de convivencia es complicado, y se produce un desgaste como consecuencia de esa convivencia y de los cambios personales y externos que se dan en la vida de cualquier pareja, y que afectan a la relación.

Las parejas tienen que ir adaptándose a los cambios e ir utilizando los recursos de los que disponen para manejar las distintas situaciones. Cuando los recursos fallan o no se tienen, van surgiendo problemas que generan malestar y afectan al estado emocional de cada uno, aumentado la insatisfacción dentro de la relación. Este proceso de desgate es lento, y las parejas no acuden de inmediato a buscar ayuda, intentan resolverlo ellos, dándose un tiempo, intentando cambiar algunas cosas…, en muchas ocasiones consiguen llegar a mejorar la relación, pero otras veces, el paso del tiempo sin encontrar soluciones para los problemas, aumenta los niveles de insatisfacción y malestar, es entonces cuando muchas parejas se plantean la posibilidad de realizar una terapia.

La calidad de la interacción verbal tiene la capacidad de mejorar o retardar el proceso de compartir la cercanía emocional y la revelación de pensamientos privados,  valores, preocupaciones, etc., esto a su vez facilita o entorpece el manejo del conflicto que se presenta en las diferentes etapas de la relación de pareja y en consecuencia la pareja podrá sentirse satisfecha o insatisfecha según el funcionamiento que perciba en la interacción.

¿Cuándo hay que acudir a una terapia de pareja?

Cuando la relación empieza a deteriorarse y se piensa seriamente que no se aguanta más y no se ve salida, es el momento de plantearse la posibilidad de que alguien ajeno y profesional pueda echar una mano.

La terapia de pareja es cosa de dos y normalmente es uno el que da la voz de alarma y el otro, al menos, tiene que estar dispuesto a colaborar. Si no es así, el que ve el problema todavía puede acudir al profesional, que podrá ayudar aunque, lógicamente con menos capacidad de maniobra.

Pero el proceso de tomar la decisión no es fácil, muchos de los casos que vemos en consulta, han tardado tiempo en tomar la decisión, aun siendo conscientes de los problemas que tienen, por desconocer en qué consiste la terapia, y esto hace que se muestren escépticos sobre la ayuda que realmente pueden recibir. Generalmente, cuando acuden, suele haber un acontecimiento negativo reciente, que es lo que ha provocado el que se decidan a pedir ayuda.

En la relación de pareja es necesaria la existencia de ciertas habilidades que puedan ayudar a resolver los conflictos en el momento que se presenten o mejor aún para evitarlos. Los miembros de la pareja pueden permitirse no estar de acuerdo en todo, pero será favorable el aprender a apreciar las diferencias entre ellos e incluso, motivar la expresión de sentimientos; hacer flexibles las fronteras entre ellos de manera que sea posible el contacto saludable; alentarse a mostrar el afecto entre ambos y apoyarse mutuamente de forma positiva; apreciar los propios conflictos y los del otro, tener respeto y lealtad, tener paciencia; tener auténtica curiosidad sobre los sentimientos y puntos de vista de los otros.

 

Problemas de pareja más frecuentes 

Los problemas de pareja pueden deberse a múltiples motivos, pero, normalmente, la falta de comunicación es el principal. Es común ver en terapia a parejas que se enganchan en discusiones de poca importancia pero que terminan siendo destructivas provocando un gran sufrimiento en ambas partes. O también el caso opuesto, personas que ni se comunican y permiten que la relación vaya muriendo.

Celos, infidelidad, problemas de convivencia, mala relación con los familiares del respectivo/a, miedo al compromiso, dependencia, enganche emocional, falta de pasión u otros problemas y/o trastornos sexuales o apoyo psicológico tras una ruptura, separación o divorcio son los problemas más comunes en las sesiones de terapia de pareja.

También durante la dificultad para tener hijos, cuando existe el deseo de tenerlos, supone una de las situaciones más difíciles a las que tiene que hacer frente la pareja a lo largo de su historia personal y que afecta no sólo a la identidad personal de cada uno delos miembros de la pareja, sino también al proyecto vital. Ante esta situación, la intervención profesional debe centrarse en ayudar a la pareja a superar el diagnóstico y a afrontar con éxito los problemas ocasionados en su relación.

Otra área generadora de conflicto es el poder, entendido como el responsable de tomar las decisiones acerca de los acontecimientos, el reparto de tareas, las relaciones sociales, la crianza de los hijos, etc.

En ocasiones, las parejas atraviesan por períodos de “crisis”, situaciones inesperadas que provocan malestar por motivos extrínsecos a la pareja o, incluso, otros problemas, como dificultades económicas, problemas en el trabajo o familiares, que sin quererlo, nos afectan a nuestro estado emocional repercutiendo de esta manera a la esfera de pareja.

¿Cómo te podemos ayudar?

Entender la necesidad de independencia que puede tener una pareja, concediendo momentos de soledad, por ejemplo, no es asumible por todo tipo de personas. Lograr aumentar la comunicación entre ellas para muchos de los problemas descritos aquí que se plantean será uno de los principales retos para cualquier psicólogo de pareja.

Terapia de intervención en el amor: Técnicas para incrementar la pasión, preservar la intimidad, mantener y ampliar el compromiso… dirigidas por un terapeuta experto, han demostrado eficacia, según diversos estudios, en el 75% de las parejas que acuden a esta terapia.

Para construir y potenciar una relación de pareja duradera se realizarán unos ejercicios para mejorar la relación, así como técnicas en resolución de conflictos, intercambio de conductas positivas, superación de las ideas irracionales y de los mitos acerca de las relaciones de pareja y se potenciarán las habilidades en la recuperación del amor.

Pero no debemos caer en el error de considerar la ayuda desde la psicología solo en períodos de crisis o conflicto, también podemos ayudar en el complicado proceso de divorcio. De esta manera, nuestro papel sería el de “mediador” que intenta resolver las disputas al introducir en el proceso del conflicto reglas e intereses sociales que usualmente no son involucrados cuando el conflicto se limita a la pareja en sí misma. Se interviene para ayudar a una pareja divorciada o en proceso de divorcio a restablecer y mantener la comunicación.

Además, se trabajan las atribuciones erróneas y falsos mitos acerca de cómo debería ser la pareja ideal y se proporcionan herramientas eficaces sobre la resolución de conflictos.

 

Caso ficticio:

Solicitud telefónica de un caso de conflicto matrimonial. En este caso un hombre de 40 años de edad.

Casado, con tres hijos de diez, ocho y cinco años está atravesando por una crisis que nos ha llevado a los dos, por mutuo acuerdo, a pedir una ayuda externa, y, nos hemos puesto en manos de un experto en psicología para ver si nos puede aportar unas pautas de conducta que arreglen esta situación que cada vez se hace más insufrible. Todo comenzó con el reparto de tareas domésticas. Mi mujer me reprochaba que no hago en casa lo suficiente. Lo suficiente según ella, porque según yo hago incluso más de lo que debería hacer. Yo le reprocho a mi mujer que ella quiere que se hagan las cosas “ya” cuando ella lo piensa. Mi mujer me dice que demoro el volver a casa, tomándome unas cañas con mis compañeros de trabajo y que a veces me “paso” con el nº de cañas. Yo no lo veo así. De vez en cuando, es verdad me tomo unos vinos al salir de la oficina, pero no lo hago todos los días, ni me tomo más de la cuenta. También me acusa de no querer salir de casa a pasear con ella y con los niños. Yo si quiero salir de casa con ellos, lo que no quiero es salir precisamente cuando están televisando un partido de fútbol, que parece ser que es cuando ella quiere… Me dice que no tengo ningún detalle con ella, que no soy detallista. Para ella ser detallista es saber la marca del perfume que utiliza y regalárselo con frecuencia, saber cuál es la frecuencia que ella desea y el momento o instante oportuno en que debo dárselo. De mi mujer me fastidia que sea tan agobiante con los niños, conmigo, con mis padres, con todos en general, me molesta lo pesada que es, repitiéndome las cosas cuarenta millones de veces. Me molesta que la moleste que cuando televisan un partido de fútbol quiera verlo y lo vea. Me dice que todos los días hay fútbol y la contesto diciendo que yo no programo la televisión. Ella me levanta la voz y yo la levanto más. De todo, lo peor es que los niños presencian nuestras discusiones y nuestras voces. Tenemos que poner remedio a esta situación y en eso estamos porque lo importante y considero que es lo fundamental, es que nos queremos.

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Psicología forense e informes periciales

¿QUÉ ES UN INFORME PSICOLÓGICO?

El Informe Psicológico es una exposición escrita de los hechos referidos a una evaluación psicológica, con el objetivo de trasmitir a un destinatario, los resultados y conclusiones obtenidos.

Para llegar a dichos resultados y conclusiones del informe, los psicólogos utilizamos un procedimiento que, básicamente consiste en la aplicación de instrumentos técnicos: entrevista, observación, tests, análisis de documentos, etc.

La finalidad del informe será siempre la de presentar resultados y conclusiones de la evaluación Psicológica. En función del motivo de demanda de la evaluación, el Informe podrá destinarse a finalidades diversas: dirigido a otros profesionales de la salud, ámbito educativo, etc.

El informe pericial

El objeto del informe pericial psicológico es el análisis del comportamiento humano en el ámbito de la ley y del Derecho. Según se señala en las leyes de enjuiciamiento Civil y Criminal, el Juez puede pedir auxilio a un perito psicólogo para conocer mejor la naturaleza de unos hechos o de una persona. De esta forma, el perito psicólogo mediante el informe pericial psicológico “asesora” al juez en cuestiones relacionadas con su especialidad (el comportamiento humano)

La intervención de los peritos en España está regulada actualmente por la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC), artículos del 335 al 352.

Como señala la LEC, la intervención del psicólogo en el contexto judicial se produce en base a su concepción de auxiliar de la justicia, es decir, para ofrecer al Juez la información que nos solicita y que se deriva de conocimientos propios de nuestra disciplina, que él no conoce y que necesita para dilucidar la demanda.

ÁREAS DE INTERVENCIÓN PERICIAL
Dada la coincidencia de objeto de interés entre el mundo jurídico y la psicología (estudio del comportamiento humano), existe una amplia gama de situaciones donde la psicología puede auxiliar al derecho a tomar decisiones sobre los comportamientos y las consecuencias derivadas de dichas conductas. Concretamente:

En el derecho de familia:
– Valoración del estado emocional y adaptación del menor al régimen de custodia y visitas.
– Valoración de la competencia parental y del ejercicio de la parentalidad y coparentalidad responsable.
– Recomendaciones sobre el régimen de guarda y custodia y visitas de los menores con sus núcleos familiares.
– Recomendaciones en todo tipo de cuestiones relacionadas con la separación y el divorcio: enfermedad mental y abuso de alcohol y tóxicos de los padres, cambios de lugar de residencia de los menores, disidencias de los padres en pautas educativas o de salud, etc.
– Evaluación de la presencia de interferencias parentales y/o dificultades en las relaciones intra-familiares.
– Evaluación de situaciones de peligro y/o riesgo para los menores derivadas de: maltrato de género, en familia, abuso físico, sexual, psicológico y abandono del menor, etc.; de las que se pueden derivar consecuencias para el ejercicio de la parentalidad y la patria potestad.
– Informes de idoneidad en procesos de acogida y adopción de menores y en procesos de recurso ante decisiones de la administración referentes a esta temática.

En el derecho civil:
– Incapacitación civil.
– Informes sobre esterilización.
– Informes sobre reasignación de sexo.
– Informes sobre internamiento no voluntario de enfermos mentales.
– Informes sobre la conservación de competencias civiles:
La capacidad de dictar testamento.
La capacidad de conducción de vehículos (coches, aviones, etc.) y uso de armas.
La capacidad de automanejo de la medicación.
La capacidad de consentimiento informado sobre el tratamiento.
La capacidad de consentimiento para someterse a ensayos clínicos.
La capacidad para otorgar consentimiento en el matrimonio.
– Valoración de daños y secuelas:
Valoración de secuelas psicopatológicas y emocionales.
Valoración de secuelas cerebrales (cognitivas, neuropsicológicas, etc.).
– Valoración del daño moral.
– Autopsia psicológica.

En el derecho Penal:
Sobre los imputados:
– Valoración de la imputabilidad: capacidad cognitiva y volitiva.
– Evaluación de enfermedad mental sobrevenida y sus consecuencias.
– Propuesta de medidas alternativas.
– Predicción de peligrosidad.
– Determinación de perfiles criminológicos.

Sobre las víctimas:
– Evaluación de la víctima: secuelas cognitivas, emocionales y psicológicas, determinación de la estructura de personalidad.
– Valoración técnica del relato.

En el derecho laboral:
– Valoración de la incapacidad laboral transitoria por psicopatología y/o daño cerebral.
– Valoración de la incapacidad laboral permanente por psicopatología y/o daño cerebral.
– Valoración del tipo de contingencia laboral asociado a la incapacidad transitoria o permanente por psicopatología y/o daño cerebral.
– Evaluación del estrés laboral.
– Situaciones de maltrato dentro de la organización (mobbing, acoso sexual, etc.).

En el derecho Contencioso Administrativo:
– Elaboración de informes sobre minusvalías, ley de dependencia, etc., y en procesos de recurso ante decisiones de la administración en este tema.
– Informes y recomendaciones de selección, valoración y cualificación de personal y/o
ascensos que se realizan en las administraciones públicas y en procesos de recurso ante decisiones de la administración en este tema.
– Evaluaciones e informes en demandas a la administración pública (bulling, mobbing…).

¿El proceso de elaboración del Informe Psicológico?

El proceso de elaboración de la pericial psicológica comienza con la primera entrevista. Durante la misma se valorará la pertinencia del Informe Psicológico (si realmente es necesario, si desde la psicología se puede dar respuesta a la cuestión). En esta primera entrevista se plantea la Hipótesis (Ej. Evaluar si la persona, en el momento de cometer un hecho delictivo, tenía sus facultades mentales mermadas). Entonces se diseña un proceso de evaluación que dé respuesta a la Hipótesis planteada. Qué entrevistas se harán y a quién, que documentación se consultará, qué tests se pasarán, etc. Diseñado el proceso, se realiza un presupuesto personalizado.

El Informe Pericial Psicológico constará, normalmente, de los siguientes apartados:
• Datos identificativos de la persona evaluada.
• Introducción
• Fundamentación teórica (ej. si es un caso relacionado con la esquizofrenia se incluirá un resumen objetivo sobre qué es la esquizofrenia, cuáles son sus síntomas y cómo puede haber afectado a los hechos). Este apartado lo solemos incluir porque el Juez o Magistrado no tiene por qué tener conocimientos de Psicopatología y esta información le ayudará a comprender las conclusiones del informe.
• Resultados de las entrevistas
• Resultados de la Técnica de Observación.
• Resultados de la evaluación mediante tests, cuestionarios o inventarios.
• Resultados de la evaluación de los documentos y pruebas objetivas (por ejemplo, declaraciones disponibles en la causa, informes médicos, psiquiátricos o psicológicos, etc.).
• Conclusiones. En este apartado se exponen las conclusiones que se derivan de todo el proceso. Las conclusiones se elaboran siempre después de disponer de todos los datos y resultados.

Disponemos de un equipo de psicólogos especializado en la elaboración y defensa de Informes Periciales Psicológicos.

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Terapia familiar

TERAPIA FAMILIAR

La terapia familiar es un método de tratamiento que intenta resolver conflictos o situaciones que atraviesa un grupo familiar; sirve para que sus integrantes expresen sus sentimientos respecto a ese problema e intenten llegar a un acuerdo, comprendiéndose y acercándose a la realidad del resto.

Existe una rama de la psicoterapia que busca brindar asistencia a estas familias para mejorar su bienestar y minimizar las situaciones de conflicto. Consiste en entablar un proceso comunicativo entre el psicoterapeuta y sus pacientes, para conseguir un cambio en la actitud y la conducta.

Objetivos de la terapia familiar

De acuerdo al conflicto que deba tratarse, a la edad de los integrantes de la familia y al grado de hostilidad que el terapeuta perciba en los pacientes, deberá optar por una u otra técnica para acercarse a ellos. Su rol debe ser siempre el de mediador; nunca debe ponerse en el lugar de alguno de los integrantes, y debe mantener una visión objetiva del conflicto, a fin de ayudar y no generar más complicaciones en las relaciones de sus pacientes.
Si el conflicto a tratar se centra en las relaciones íntimas, se habla de terapia de matrimonio o terapia de pareja; en tal caso el terapeuta deberá optar por una posición crítica de ambas posturas y marcar aquellas actitudes que tiene cada una de las personas que conforman la pareja y que son posibles causantes de problemas de convivencia o que afectan significativamente la relación.

Es importante mencionar que uno de los principales objetivos de la terapia familiar es convertir las críticas destructivas que se manifiestan dentro del entorno familiar en algo constructivo, que permita que el grupo alcance un nuevo estadío. Este tipo de tratamiento toma a la familia como un sistema con múltiples interrelaciones entre sus componentes. Si un integrante presenta un problema, sus consecuencias afectan al resto.

En aquellos casos en los cuales la hostilidad entre dos o más miembros es muy aguda, el terapeuta aconsejará que los pacientes sean tratados en sesiones separadas, además de en conjunto, a fin de ahondar en los conflictos individuales que llevan a cada uno a comportarse de un determinado modo frente al otro. Esto significa que las sesiones de terapia familiar no necesariamente incluyen a todos los integrantes del grupo. La decisión dependerá del profesional y de las necesidades de la familia.

Cabe mencionar que una de las técnicas más frecuentes de la terapia familiar se conoce como genograma. Ésta consiste en elaborar un esquema de la familia que permita representar hasta tres generaciones de la misma, para que su evaluación sea más precisa. En los genogramas se incluye la estructura del árbol familiar y las relaciones que existan o hayan existido entre los distintos parientes. Para realizarlo, el terapeuta requiere de la colaboración de los pacientes, de su apertura, ya que es el único modo de conseguir un resultado que le posibilite trabajar el conflicto que está tratándose en la terapia.

Por último, es importante recordar que este tipo de terapia es sumamente eficiente para resolver toda clase de problemas; generalmente los individuos manifiestan dificultades en su relación con el mundo a causa de haber desarrollado dinámicas conflictivas con los miembros de su familia. Si el terapeuta consigue llegar al fondo del asunto, posiblemente esa persona comience a vivir de una forma mucho más sana y pueda solucionar su modo de interacción con el entorno, a partir de analizar sus lazos familiares.

Así pues, podremos ayudarte a:
• Reforzar la comunicación familiar.
• Mejorar el funcionamiento de la familia.
• Aumentar la compresión mutua y el apoyo emocional entre todos los miembros de la familia.
• Ofrecer estrategias de afrontamiento y habilidades de resolución de los diferentes problemas que se pueden presentar.

Tipos de conflictos que se tratan en terapia familiar
Crisis de evolución o ciclo vital
Son los conflictos más habituales y universales. Es inevitable sufrir algún tipo de crisis en cada etapa vital y ello puede requerir cambios dentro del sistema familiar. Algunos ocurren de forma repentina y dramática, y otros de forma más leve y gradual. No se pueden impedir y es ahí donde se genera el conflicto. Éste se debe definir y debemos adoptar una actitud de aceptación en lugar de negar u obstaculizar la crisis. La jubilación, el matrimonio de los hijos, entradas a la pubertad, vejez, … son algunos de los ejemplos más comunes.

Crisis externas
Este tipo de conflictos en los núcleos familiares suceden de forma inesperada y el problema aparece cuando se buscan culpables. De nuevo la solución es adaptarse a la nueva situación sin pensar en qué podría o no haber hecho para haberla evitado. La pérdida de empleo repentina, la muerte imprevista de algún miembro familiar, un accidente, … son algunos de los ejemplos de un tipo de crisis externa que necesita terapia familiar.

Crisis estructurales
Se producen de forma reiterada en la familia. Familias con miembros violentos, alcohólicos, reincidentes en intentos de suicidio,… Deben ser abordadas por psicólogos familiares especialistas en crisis estructurales. Estas situaciones generan tensión y problemas eliminando el bienestar de todos los miembros.

Crisis de atención
La encontramos en familias que poseen uno o más miembros desvalidos o dependientes y que mantienen la atención de la familia en sus cuidados. Sobre todo se ven cuando las personas involucradas son necesarias para tener un sustento económico.

En numerosas ocasiones las personas implicadas en las crisis no son capaces de aceptarlas, negándose al cambio y a la adaptación. En el momento en que se detecta algún tipo de crisis de las descritas ha llegado la hora de acudir a una terapia familiar donde un psicólogo familiar podrá ayudarnos en la resolución de los problemas.

Caso ficticio:
María es una chica de 13 años y 9 meses. Asiste a un colegio concertado desde los 3 años. En el momento en el que acude a consulta cursa 2º de ESO. Vive con su madre (42 años) que se encuentra en el paro actualmente y con el marido de ésta (39 años) que dirige un restaurante. Sus padres se separaron cuando ella tenía 6 años y visita a su padre semanalmente. El nivel sociocultural familiar es medio-alto.
Historia del problema
La madre informa que desde hace unos meses María está teniendo un comportamiento muy diferente tanto en casa como en el colegio. Siempre está a la defensiva, discuten a menudo, reprocha cualquier comportamiento de su madre y la desafía en multitud de ocasiones. Según la madre, María ha sido una chica sensible, obediente y con un rendimiento escolar bueno, siempre han mantenido una buena relación entre ambas así como confianza. Afirma que nunca ha exteriorizado los sentimientos y que no mostró cambios ni actitudes negativas durante la separación de los padres. La relación con el padre es difícil, ya que la madre relata que María no está de acuerdo en tener que irse con él fines de semana alternos, puesto que según le cuenta tienen dificultades a la hora de comunicarse y que le da miedo hablarle sobre algunas cosas y pedirle ayuda con las tareas escolares y el estudio, porque el padre se altera y le grita, incluso en alguna ocasión ha tenido que ir a recogerla antes del día previsto tras recibir una llamada de la niña pidiéndole irse de allí. La relación entre ambos padres no es buena, mantienen continuas discusiones sobre la manutención y la situación de su hija. Durante el curso anterior María empezó a salir con un grupo nuevo de amigas de clase y fue cuando empezaron los problemas, discusiones continuas con su madre, quejas y desobediencia. Posteriormente, tuvo problemas con este grupo de amigas, que se metían con ella y le acosaban en el colegio, hasta que la madre le prohibió verlas de nuevo. María continuó quedando con el grupo de amigas a espaldas de la madre con continuas mentiras. Actualmente, ha cambiado de grupo de amigas pero las conductas problema y las discusiones en casa continúan. Según la madre, tiene una actitud pasiva en casa y es maleducada: no saluda ni se despide de los miembros de la familia, no recoge la habitación ni hace las tares correspondientes y que la comunicación con ella es prácticamente inexistente. En el colegio María continúa viendo a las antiguas amigas, sigue con conductas problemáticas, estudia poco y falta a la entrega de trabajos y deberes.
Tras la evaluación del problema se extrajo que los problemas de conducta de María se mantenían debido al refuerzo positivo que experimentaba al conseguir sus objetivos mediante conductas inadecuadas. Como factor desencadenante de las respuestas problemas se incluyó la ansiedad de la madre que afectaba directamente a su hija y la falta de resolución de problemas por parte de la madre puesto que terminaba chillando a su hija sin pedirle explicaciones de su actitud primero.
Se realizó una intervención basada en técnicas de modificación de conducta, contrato conductual, resolución de conflictos, psicoeducación y manejo de la ansiedad con la madre.

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Soledad

SOLEDAD Y AISLAMIENTO SOCIAL

Cuando nos sentimos solos no sembarga una sensación de aislamiento, y aunque se realicen proyectos y se tengan múltiples capacidades intelectuales, artísticas o creativas, la necesidad de comunicación y la incomodidad no desaparecen. Es más, muchas personas pueden experimentar soledad incluso estando acompañadas, y se sienten incomprendidas y perdidas en el anonimato, la masificación y la velocidad con que suceden los hechos en las grandes ciudades.
Este malestar se vive cuando no hay comunicación con otras personas o se percibe que las relaciones sociales no son satisfactorias; por ello, los momentos más críticos suelen ser descritos como «indeseables» y generan sentimientos parecidos a los de depresión o ansiedad, pues el individuo vive con nerviosismo, falta de vitalidad, un «vacío interno» y desesperación.
Así, la soledad puede presentarse de dos maneras, una emocional, en la que hace falta intenso vínculo con otra persona (amigo, pareja) que genere gusto por la vida y seguridad, y otra social, en la cual la persona no se siente integrada a un grupo que le ayude a compartir intereses y preocupaciones.
En efecto, cuando nuestra habilidad para convivir nos causa malestar, es cuando experimentamos soledad, pues la convivencia con otros es menos entusiasta y afectuosa, aunque esto suele ocurrir inconscientemente y por ello no es fácil percibir qué es lo que está fallando. Esto puede dar origen a un círculo vicioso, en el que surgen problemas de autovaloración e inconformidad que hacen que la persona afectada se convenza a sí misma de que no es amable ni digna de ser apreciada, por lo que rehúye a cualquier amigo potencial solo por miedo a un posible rechazo.
A nivel fisiológico, puede suceder, que entremos en un estado de tensión que provoque las mismas sensaciones que el estrés, produciendo en el organismo los mismos problemas originados durante el mismo. De esta manera, reaccionamos primero, con un estado de alerta que, si no lo combatimos podemos llegar a la fase de agotamiento tan perjudicial para nuestra salud psicológica e, incluso, física. Desde la terapia conductual podemos enseñarte una serie de pautas para evitar que esta situación se cronifique.

Mal de nuestro tiempo
Casi nadie se da cuenta del amplio alcance de la soledad porque vivimos inmersos en ella y no nos comunicamos adecuadamente. Sin percibirlo, los seres humanos contemporáneos solo convivimos por momentos con familiares, compañeros de trabajo y vecinos, y aunque siempre estamos «rodeados de gente», vivimos en solitario.
Mujeres y hombres se sienten incapaces de mantener relaciones basadas en la confianza, y experimentan por igual el temor a sufrir una agresión o a ser rechazados, de modo que crean barreras que en verdad poco hacen por proteger y sí mucho por separar. Se vive en el vacío y tal actitud nos viene dada mediante planteamientos como: «nadie me entiende», «la gente sólo quiere hacerme daño», «sólo les intereso cuando quieren obtener algo» o «cada vez que confío en alguien me llevo una puñalada».
Cuando la soledad es deseada no hay nada que objetar, aunque tal situación entraña peligro: el ser humano es social por naturaleza y una red de amigos con la que compartir aficiones, preocupaciones y anhelos es un cimiento casi sustituible para asentar una vida feliz y para enfrentar las dificultades cotidianas.
De este modo, aunque convivir plenamente con un grupo de gente cercana y con puntos de vista similar es una meta que en ocasiones se antoja difícil, debido a que las estructuras y hábitos sociales de nuestra civilización frenan este deseo de hacer y mantener amistades, bien vale la pena hacer un esfuerzo notable por conseguirlo.
No es casual esta recomendación, ya que si bien hay quienes se acostumbran a vivir con la sensación de soledad y la disfrazan con actitudes de fortaleza, autosuficiencia, agresividad o timidez (y cuyo fin perseguido, aunque oculto, es recibir afecto o respeto), experimentan un equilibrio emocional frágil que por lo general puede dar pie a una crisis severa y angustiante al enfrentar imprevistos.

La sensación de «ausencia»
Circunstancias como divorcio, fallecimiento de un ser querido o cambio de residencia a otra ciudad, tienen como consecuencia la desaparición en nuestra vida de alguien a quien hemos amado o que ocupaba un espacio muy importante en nuestra cotidianidad. En estos casos es común que nos invada una particular sensación de soledad y vacío que nos sume en tristeza y desesperanza, pues hemos perdido a alguien que antes nos apoyaba para afrontar la vida.
Hay que decir que somos seres sociales que requerimos de los demás para hacernos a nosotros mismos, y no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal, sino también para afianzar y revalidar nuestra autoestima, ya que ésta se genera cada día en la interrelación con las personas que nos rodean.
La pérdida es irremplazable, pero no debe ser irreparable. La psicología explica que es imposible llenar este tipo de «huecos» que deja la ausencia de alguien, pero también que si nos permitimos sentir la tristeza y nos proponemos superarla en base a confianza hacia nosotros mismos, podremos reunir fuerzas para establecer nuevas relaciones que cubran, al menos parcialmente, ese déficit de amor que se padece.
Nuestra labor, siguiendo unas pautas desde la psicología conductual es hacer cobrar conciencia sobre el hecho fundamental de que la vida se encuentra en constante cambio, y que se debe procurar que la carencia de una persona no tiene por qué convertirse en una falta general de relaciones.
Si bien esta soledad es dolorosa, es cierto que puede convertirse en positiva si la interpretamos como la oportunidad para aprender a vivir el sufrimiento sin permanecer bloqueados, así como para generar recursos y habilidades para transitar satisfactoriamente por la vida. Aunque en ocasiones es difícil de entender, la comprensión y el control de las situaciones desfavorables, a sabiendas de que son inevitables, permite a cualquier persona la posibilidad de disfrutar con plenitud los momentos venideros, nosotros, desde la terapia conductual podemos ayudarte.

Cómo podemos ayudarte
Ya que la soledad es innegable y será experimentada por todo ser humano, pues en algún momento se tendrá la sensación de que «algo falta», desde la terapia cognitivo-conductual te ayudaremos a aprender una serie de pasos qe te ayudarán a mejorar tu estado anímico:
• Ser muy sincero y buscar dentro de uno mismo qué tipo de soledad es la que se sufre y a qué circunstancias se deben.
• Perder el miedo a mirar dentro de nosotros, y afrontar la necesidad de saber cómo somos: nuestras ilusiones y ambiciones, limitaciones y miedos, además de evaluar honestamente la autoimagen.
• Aprender una serie de estrategias para mejorar tus relaciones sociales.
• Ayudarte a perder el miedo al rechazo ya que es un freno para entablar nuevas amistades o relaciones amorosas.
• Evitar encerrarte en ti mismo cuando se tenga fuerte sensación de soledad, ya que puede generarse mayor daño.
• Aprender a aceptarnos como somos y tomar conciencia de las autobarreras que nos marcamos.

La sensación de soledad es una situación que puede convertirse en momentánea y que no es forzosamente mala, ya que es posible transformarla en un espacio de reflexión para conocernos a fondo y encontrar sinceramente nuestra propia identidad.
Existe un tiempo para comunicarse con los demás y otro para establecer contacto con lo más profundo de nosotros mismos, en el que la soledad es indispensable; ahí podemos «hablar» con nuestros miedos, a los que no podemos ignorar.
Efectos del aislamiento en nuestra salud
El aislamiento resta eficacia a la respuesta defensiva de nuestro organismo y, por ello, las personas que están solas ven mermadas la producción de anticuerpos y son más propensas a contraer enfermedades víricas.

La soledad puede provocar una respuesta negativa del sistema endocrino y está ligada a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas o cáncer. Incluso está demostrado que quienes viven solos presentan un mayor riesgo de morir prematuramente.

El ser humano tiene la necesidad de sentir la cercanía y el apoyo de ciertas personas que le acompañan en los buenos momentos y le ayudan a seguir en los malos.

El sentimiento de pertenencia y la estima son algunas de las necesidades fundamentales de las personas según la conocida pirámide de Maslow.

¿Afecta solo a las personas mayores?

“La necesidad humana de compartir cosas es evidente”, decía la escritora Carmen Martín Gaite. Ahora, más allá de la literatura, un estudio de la Universidad de Brigham Young en Utah ha demostrado que dejar esa necesidad insatisfecha tiene incluso una notable y negativa repercusión en la salud. Y es que, numéricamente hablando, la soledad – que no es un problema exclusivo de la gente mayor – mata a más personas que la obesidad.

El grupo de investigadores norteamericanos analizaron más de 218 estudios sobre los efectos del aislamiento social que actualmente sufren más de cuatro millones de personas. De estas, según la asociación Mental Health Foundation, aquellas que tienen entre 18 y 34 años afirman sentirse más solas que los que superan los 50. El problema, por tanto, puede empezar a tratarse desde la adolescencia, que es cuando se establecen gran parte de las relaciones sociales.

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Insomnio

TRASTORNOS DEL SUEÑO

El sueño es una de las dificultades que con más frecuencia se ven alteradas en la vida de las personas adultas, no solo puede ser una consecuencia de otras patologías como estrés, ansiedad, depresión, trastorno bipolar, consumo de sustancias o su retirada, etc. sino que también puede ser un trastorno en sí mismo, que origine malestar en la persona en su vida diaria y que puede derivar también en otras patologías, fobias, bajada del estado de ánimo, etc.

El insomnio puede afectar al estado de ánimo, los niveles generales de ansiedad, al funcionamiento diario, a la memoria, la atención, etc.

Hablamos de trastornos del sueño cuando se produce una disfunción del sueño que afecta a la cantidad, calidad o forma del sueño. Esta disfunción debe ser de la suficiente importancia como para producir un malestar significativo en la persona o una afectación a las áreas significativas (laboral o académica, social, familia y/o pareja y vida cotidiana).

No tenemos en cuenta la importancia del sueño en nuestra vida. Dedicamos un tercio del tiempo durmiendo. Una conducta tan importante como el sueño debe cuidarse en función de dicha importancia. Por eso es recomendable cuidar las características del dormitorio (lugar donde pasaremos un tercio de nuestra vida) y del colchón (que debe ser de calidad).

¿QUÉ ES EL INSOMNIO?
El insomnio es un problema de salud que afecta aproximadamente al 6-10% de la población adulta (Roth, 2007). Se trata del trastorno del sueño que mayor frecuencia presenta entre la población adulta. Se define por la presencia por problemas en la iniciación y/o mantenimiento del sueño, y/o por la presencia de un sueño no reparador, lo que produce un deterioro importante en la vida diaria (Thorpy, 1990; Summers et al., 2006).

Frecuentemente tiene importantes efectos para la vida de la persona que lo soporta y de las personas que le rodean. Para realizar el diagnóstico de insomnio es necesario que estos problemas de sueño deriven en consecuencias durante el día a día como fatiga, problemas cognitivos (atención, memoria, concentración), consecuencias a nivel social, académico o laboral (Sateia et al., 2000; Krystal, 2004).

Síntomas del insomnio:

» Predominante insatisfacción por la cantidad o la calidad del sueño, asociada
a uno (o más) de los síntomas siguientes:

o Dificultad para iniciar el sueño.
o Dificultad para mantener el sueño, que se caracteriza por despertares frecuentes o
problemas para volver a conciliar el sueño después de despertar.
o Despertar precoz por la mañana con incapacidad para volver a dormir.

» La alteración del sueño (o la fatiga diurna asociada) provoca malestar clínicamente
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la
actividad del individuo.

En cuanto a los tipos más frecuentes de insomnio

» Insomnio agudo: este tipo se genera o se relaciona con la existencia de un acontecimiento estresante (psicológico, social, relacional, ambiental, etc). Estos factores estresantes pueden tener una valencia emocional de cualquier tipo, incluso positiva (por ejemplo: una boda puede ser estresante, aunque la persona se encuentre muy contenta, pero puede estar agobiada por los preparativos).
» Insomnio psicofisiológico: es una dificultad aprendida para quedarse dormido y/o la extrema facilidad para despertarse del sueño, en el que se dan por lo menos una de las siguientes condiciones: ansiedad o excesiva preocupación por el sueño; dificultad para quedarse dormido al acostarse o en siestas planificadas, pero no en otros momentos del día en los que se llevan a cabo tareas monótonas y en los que no hay intención de dormirse; hiperactividad mental, pensamientos intrusivos o incapacidad para hacer cesar la actividad mental que mantienen al sujeto despierto; mejoría del sueño fuera del entorno y dormitorio habituales; excesiva tensión somática en la cama, que incapacita la relajación e impide que se concilie el sueño. La principal característica es una queja subjetiva de insomnio.
» Insomnio debido a trastornos mentales: se trata de insomnio que está causado por una enfermedad mental subyacente (con la que guarda una relación temporal en la mayoría de los casos). En ocasiones puede encontrarse asociado a un trastorno mental; en este caso es importante el tratamiento de ambas condiciones.
» Insomnio debido a problemas médicos: es aquel que se encuentra originado por una enfermedad orgánica o por otra alteración fisiológica, de modo que se inicia con dicho problema médico y varía según las fluctuaciones o cambios en el curso de la enfermedad existente.

CAUSAS DEL INSOMNIO

Un trastorno en el sueño puede ser consecuencia tanto de problemas metabólicos (problemas hormonales, neurológicos, digestivos, cardiovasculares, …) como de problemas o enfermedades psicológicas (ansiedad, depresión, apnea del sueño, …).

La ansiedad y las preocupaciones se han convertido en dos de los factores más importantes que provocan insomnio en las personas y uno de los principales puntos a tratar. Estos factores que afectan al trastorno del sueño nos generan una sobreactivación de nuestro sistema de alerta que dificulta más aún nuestro descanso.

Además el propio estado de querer y no poder nos suele generar un estado aún mayor de ansiedad y preocupación que va alimentando al que ya teníamos. Estados depresivos, despertares múltiples, carga de problemas, malos hábitos, uso de fármacos estimulantes, un entorno inadecuado, … son diferentes factores que generan y agravan el trastorno del sueño que conocemos como insomnio.

Otros factores que causan insomnio son: dormir siestas, consumir cafeína, consumir determinadas drogas como la cocaína, realizar poco ejercicio físico, consumir determinados medicamentos o suprimir tratamiento de sedantes, horarios de trabajo rotatorios.

Consecuencias de los trastronos del sueño
• Dificultad para quedarse dormido
• Despertarse varias veces durante la noche
• Sensación de no dormir bien
• Dolor de cabeza
• Cansancio
• Falta de concentración
• Irritabilidad
• Deterioro neuro-cognitivo
• Apnea obstructiva del sueño
• Síndrome de las piernas inquietas

Tratamiento del Insomnio y los Trastornos del sueño

Lo primero que se hará en un tratamiento de insomnio es un buen diagnóstico. Para ello, debe realizarse una historia clínica y una evaluación del trastorno, identificando sus causas, sus consecuencias y sus problemas asociados. De esta manera, podremos identificar claramente cual es el problema a abordar en primer lugar, ya que idenificarlo es primordial para elaborar un buen tratamiento.

Si se encuentran causas fisiológicas, se procedería a la recomendación de realizar las pruebas psicofsiológicas pertinentes donde se miden todos los parámetros del paciente con el objetivo de detectar si padece apneas o el síndrome de las piernas inquietas.

En el tratamiento del insomnio se trabajan pautas y herramientas para que el paciente consiga paliar el trastorno del sueño, siempre partiendo del principio de «inmediatez» por el que comenzaríamos con las pautas en el menor lapso de tiempo posible.

El psicólogo especialista en tratar el insomnio trabajará con el paciente para que de forma autónoma maneje las diferentes situaciones intentando evitar los estados de ansiedad y aumentar los estados de relajación, sobre todo en el momento de conciliar el sueño. Se trata de lo que se denomina “higiene del sueño” y consiste en identificar factores que alteran el sueño para encontrar conductas alternativas.

El tratamiento del insomnio y trastorno del sueño llevado a cabo nos ayudará a establecer una rutina, tener un ambiente propicio al sueño y conseguir un estado fisiológico y cognitivo idóneo que nos ayudará a disminuir, incluso eliminar, el trastorno del sueño.

Caso clínico

Mujer de 22 años de edad, estudiante de ciencias políticas. Nivel intelectual medio-alto. Vive con sus padres y una hermana menor. Tiene pareja desde hace dos años. A los 18 años comenzó a tener dificultades para conciliar el sueño, mantener su ritmo con normalidad y padecer despertares nocturnos. Acude a la consulta del médico de familia acusando síntomas de insomnio y malestar físico. Este le receta hipnóticos que tomó durante 3 meses, sin presentar mejoría por lo que acude a la consulta. En la evaluación del caso, se detectan síntomas de malestar físico, cansancio, apatía, irritabilidad, inseguridad, sentimientos de inutilidad, dificultades para concentrase y para dormir. Este malestar empezó cuando estaba cursando bachillerato. La paciente informa sobre la preocupación constante ante los estudios. Le provoca gran nerviosismo y a veces siente presión en el pecho. Afirma que a veces, cree que estas preocupaciones no la dejan dormir, por lo que al día siguiente se siente cansada para continuar estudiando. Manifiesta un alto nivel de exigencia y superación en sus estudios y una falta de confianza en sí misma. En el área social se desenvuelve sin problemas. Su círculo social es amplio, cuanta con distintos grupos para salir y tiene dos amigas especialmente íntimas con los que tiene confianza para hablar de cosas más personales. La convivencia familiar es buena. El problema más central son las discusiones que mantiene con los padres, debido a que no la dejan dormir cuando está cansada y esto provoca en la paciente cierta frustración e incomprensión por parte de la familia.

SINTOMATOLOGÍA:
• Dificultades para conciliar el sueño
• Dificultades para mantener el sueño
• Despertar temprano adelantado
• Malestar físico: cansancio diurno
• Malestar psíquico: irritabilidad- apatía
• Angustia provocada por la incapacidad de mantener un ritmo de sueño normal
• Pensamientos negativos constantes sobre los estudios
• Alto nivel de exigencia
• Baja autoestima y autoconfianza.

OBJETIVOS DEL TRATAMIENTO:
• Reducir el nivel de alerta previo al sueño y la ansiedad anticipatoria
• Reemplazar hábitos de sueño desadaptativos
• Corregir las ideas irracionales y los pensamientos recurrentes que perturban el sueño
• Reforzar la habilidad del paciente para quedarse y permanecer dormido
• Otras posibles áreas de intervención: Ansiedad asociada a los estudios (afrontamiento de situaciones estresantes).

DIAGNÓSTICO: Según los criterios del DSM V, la paciente sufre una disomnia Trastorno de Insomnio. Se trata de un trastorno del inicio o el mantenimiento del sueño, que se caracteriza por una alteración en la cantidad, la calidad y el horario del sueño. En concreto, esta paciente manifiesta insomnio primario caracterizado por la dificultad para iniciar o mantener el sueño, o la sensación de no haber tenido un sueño reparador durante al menos tres meses (en este caso la paciente lleva 4 años con esta sintomatología). Esta alteración le provoca malestar clínicamente significativo y deterioro en el rendimiento de sus estudios, que junto con las preocupaciones constantes preexistentes sobre su capacidad para afrontar situaciones estresantes (periodo de exámenes), agravan dicho rendimiento.

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