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Category Archives: Especialidades

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Psicoterapia de conducta

La Psicología se define como la “Ciencia que estudia el comportamiento humano”. La Psicología estudia cómo nos comportamos, las causas de nuestra conducta y la forma de modificarla.

Dado que la conducta de las personas se produce en multitud de contextos, existen distintas especialidades de la psicología dedicadas al estudio y la modificación de nuestro comportamiento en dichos contextos. Así, existen especialidades como la Psicología Evolutiva, la Psicología Escolar, la Psicología del Trabajo y las Organizaciones, etc.

La Psicología Clínica se dedica a la evaluación y tratamiento psicológico de los distintos trastornos que podemos presentar las personas (ansiedad, depresión, adicciones, problemas de pareja, insomnio, etc.).

Por otro lado, en Psicología coexisten diferentes Modelos Explicativos del comportamiento humano. Cada modelo propone una teoría diferente de la personalidad, una explicación diferente de la causa de los trastornos psicológicos y, por tanto, una propuesta de intervención terapéutica distinta.

Los principales Modelos Psicológicos son: Cognitivo, Conductista, Gestalt, Transaccional, Humanista, Psicoanalista, Sistémico, etc.

Eysenck, en la década de 1950, y otros muchos investigadores hasta la actualidad, han estudiado la eficacia y efectividad de las terapias derivadas de los distintos modelos.

Existe consenso en la comunidad científica con la afirmación de que en la mayoría de los trastornos psicológicos, una intervención derivada del Modelo Cognitivo Conductual está asociada a mayores porcentajes de éxito terapéutico.

Otras investigaciones se han ocupado de estudiar las características del terapeuta como uno de los factores que influyen en la eficacia de los tratamientos. Y los datos son también concluyentes. Un buen terapeuta consigue resultados aunque trabaje con un modelo psicológico poco eficaz.

Por tanto, si lo que queremos es mejorar los síntomas de un trastorno psicológico, lo ideal sería acudir a un Buen Psicólogo que trabaje a partir del Modelo Cognitivo Conductual.

En Top Psicólogos hemos reunido a los mejores psicólogos Cognitivo Conductuales de cada ciudad.

Todos ellos trabajan desde la Psicoterapia de Conducta.

El Proceso de Terapia comienza con la primera sesión. A partir de ahí se definirán los objetivos del tratamiento y se continuará el proceso de evaluación.

Por lo general, la evaluación se realizará durante las 3 primeras sesiones.

Al finalizar la evaluación se realiza el Psicodiagnóstico y se diseña la intervención.

El tratamiento terminará con el alta, que se producirá tras conseguir los objetivos propuestos tras la evaluación.

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Terapia sexual

Para comprender los trastornos sexuales comenzaremos por conocer en primer lugar el ciclo de la respuesta sexual humana, es decir, los cambios que se producen en nuestro cuerpo como repuesta a una estimulación sexual; ésta se caracteriza por la consecución de un ciclo de 5 fases:

La fase de Deseo se caracteriza por la sensación de ganas, de apetencia que motiva y hace a una persona iniciar una actividad sexual; la estimulación va aumentando pasando a la fase de Excitación durante la se producen una serie de cambios debidos a la vasoconstricción, en el hombre la erección del pene y en la mujer la lubricación vaginal, los labios menores se abren, el clítoris aumenta de tamaño….; en la fase de Meseta aumenta la tensión sexual produciendo en la mujer un estrechamiento en la abertura vaginal, cambio en la coloración de los labios menores que aumentan de tamaño, el clítoris se retrae y en el hombre los testículos continúan en ascenso y en ocasiones se produce la liberación de líquido preeyaculatorio. Toda la tensión sexual acumulada en las fases anteriores se libera durante la fase de Orgasmo produciéndose en el hombre la eyaculación y en la mujer se producen contracciones rítmicas del útero, del tercio externo de la vagina y del esfínter anal. El ciclo finaliza con la fase de Resolución en la que los cambios ocurridos durante las fases anteriores vuelven a su estado de reposo.

Cuando el ciclo de respuesta sexual se ve alterado, o hay dolor asociado a la relación sexual, y esta disfunción aparece de forma recurrente y persistente provocando un malestar clínicamente significativo o dificultades interpersonales, podemos hablar de trastorno sexual.

 

Trastornos sexuales en hombres y mujeres

Tanto en hombres como en mujeres pueden aparecer trastornos debidos a una dificultad orgásmica, en ambos casos, y existiendo una excitación adecuada, bien hay un retraso o una ausencia de orgasmo.

Puede aparecer también en ambos un bajo Deseo Sexual caracterizado por una ausencia o déficit de apetencia sexual y de fantasías sexuales, hablamos entonces de “Deseo sexual Hipoactivo”.

El Trastorno por aversión al sexo se caracteriza por aversión y evitación de contacto sexual genital.

Aunque es más común en mujeres, también puede aparecer en hombres dolor genital asociado a la relación sexual, este tipo de trastorno se conoce como Dispareunia.

 

Principales trastornos sexuales en mujeres

  1. Trastorno de excitación sexual: ante una estimulación adecuada muestra incapacidad para obtener o mantener la respuesta de lubricación hasta la finalización de la relación sexual de forma persistente y recurrente.
  2. Vaginismo: una contracción involuntaria del tercio externo de la vagina hace imposibles las relaciones con penetración de modo que la mujer suele evitar ese tipo de contacto sexual.
  3. Anorgasmia: incapacidad para llegar al orgasmo tras una estimulación sexual adecuada.

Principales trastornos sexuales en hombres

  1. Trastorno de la erección en el varón: habiendo una estimulación adecuada aparece una incapacidad para obtener o mantener la erección hasta la finalización de la relación sexual.
  2. Eyaculación precoz: la eyaculación producida durante la actividad sexual en pareja sucede aproximadamente en el minuto siguiente a la penetración vaginal y antes de que lo desee el individuo.
  3. Eyaculación retardada: incapacidad para eyacular a pesar de tener un alto nivel de excitación sexual y una buena erección.

 

Terapia sexual

En ocasiones, el límite entre terapia sexual y terapia de pareja es bastante difuso; a veces durante una terapia de pareja se deberán abordar cuestiones relacionadas con la sexualidad y viceversa, en terapias sexuales se tendrá que trabajar con cuestiones de la relación, por esto es fundamental la colaboración y cooperación de ambos miembros de la pareja.

Con la terapia sexual el objetivo principal que se pretende conseguir es producir el cambio de una situación vivenciada como insatisfactoria, se debe centrar en potenciar el placer, la cercanía y la satisfacción propia y de la pareja. Otros objetivos que se pretenden conseguir son identificar, analizar y cambiar creencias erróneas y actitudes negativas ante la sexualidad; promover la eliminación de respuestas de ansiedad asociadas al funcionamiento sexual o a situaciones y acontecimientos asociados con las relaciones sexuales; asimismo, a nivel de pareja se pretende fortalecer la relación mejorando las habilidades de comunicación entre ambos y potenciando un clima de confianza y compromiso.

Entre los componentes de la terapia sexual, encontramos unos procedimientos básicos que suelen aplicarse en la mayoría de los trastornos sexuales, éstos son:

  • Información y educación sobre anatomía sexual, respuesta sexual humana, diferentes formas de relacionarse sexualmente, enfermedades de transmisión sexual y prevención, conocimiento para enriquecimiento de la conducta sexual…
  • Con la Técnica de focalización sensorial se pretende por un lado reducir la ansiedad ante el contacto sexual, aprender a dar y recibir placer sexual e incrementar la comunicación. Consistirá en utilizar las caricias para estimularse sin exigencias e identificar las sensaciones de bienestar y satisfacción.
  • Técnica del apretón o de compresión: se utiliza en casos de eyaculación precoz, la pareja estimula el pene hasta llegar a la estimulación previa a la eyaculación, en ese momento presiona el pene sobre la corona del glande y se consigue de esa forma retrasar la urgencia eyaculatoria.
  • Técnica parada-arranque: útil en eyaculación precoz y en el trastorno de excitación en el hombre. Consiste en la estimulación del pene por parte de su pareja hasta conseguir la erección, en ese momento se para la estimulación y se repite el proceso varias veces.
  • Ejercicio de Kegel: empleado en trastornos de excitación, orgasmo y en vaginismo, son útiles para ejercitar los músculos de los órganos genitales y a mejorar el tono muscular.

 

 

Caso ficticio

Ana María, de 34 años de edad, está casada desde hace 7 años. Acude a consulta por sentir incapacidad para excitarse al momento de tener relaciones sexuales con su marido. Refiere tener falta de interés o deseo en el sexo, tiene relaciones sexuales dolorosas, dice sentir dolor ardiente en la vulva o vagina al contacto en esa zona, presenta incapacidad para lograr un orgasmo, lubricación vaginal escasa durante el acto sexual y problemas en la relación. Nunca se ha tratado, últimamente se encuentra triste y deprimida.

La terapia irá orientada por un lado a conseguir que la mujer tome conciencia de su propio cuerpo, y reconozca sus respuestas afectivas, se le enseñará a relajarse y a realizar visualización de imágenes. Se abordarán al mismo tiempo los problemas de pareja trabajando y profundizando en habilidades sociales, de comunicación y de resolución de problemas. Es fundamental trabajar en educación e información sexual y en actividades de focalización sexual. Para potenciar el control de Ana María sobre los músculos pélvicos se le entrenará en la realización de los ejercicios de Kegel. Se elaborará un programa de entrenamiento en masturbación individual con el que se sentirá más libre explorando su propio cuerpo y centrándose en las sensaciones más placenteras sin sentir la presencia controladora de su pareja.

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Bienestar emocional

El Bienestar Emocional

Son numerosos los esfuerzos realizados desde la psicología para definir conceptos tan cotidianos e importantes para todos como la salud.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Cuya dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud que figura en la Constitución de la OMS: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
Dese este momento, se introdujo otro complejo y amplio concepto, el bienestar, como componente primordial en la definición de salud en su conjunto, ya que, tanto en la salud, entendida desde un marco tanto físico como psicológico, el componente subjetivo de pérdida de bienestar, se convierte en elemento clave para la valoración y tratamiento de cualquier enfermedad.
De nuevo fueron numerosas las aportaciones para lograr una descripción integradora y de fácil aplicación para lograr un esquema de trabajo que mejorara el bienestar y la salud de las personas.
Entre estos modelos, podemos destacar el Salutogénico, el denominado de Psicología Positiva o el de la Salud como Bienestar.
En todos ellos se postula el bienestar psicológico como un indicador positivo de la relación con nosotros mismos y con nuestro medio. Incluye aspectos valorativos y afectivos que se integran en nuestros objetivos futuros y el sentido de nuestra vida en el presente. Está formado por variables del autoconcepto como:
• Autoconciencia: componente cognitivo de las actitudes hacia uno mismo. Se expresa en las creencias y pensamientos que tiene la persona sobre sí misma.
• Autoestima: componente afectivo de las actitudes hacia uno mismo. Consiste en la apreciación y valor que nos concedemos a nosotros mismos, y se expresa en el grado en que nos queremos y aceptamos.
• Autoeficacia: componente conductual de las actitudes que apreciamos en nosotros mismos, es el grado en que consideramos que podemos llevar a cabo nuestros propósitos y cumplir nuestras metas.

Intervención psicológica en mejora del Bienestar Emocional
En nuestra propuesta para ayudarte desde la psicología en tu bienestar presente y futuro nos basamos en un modelo integrador del concepto y lo entendemos y abordamos desde un marco cognitivo-conductual, identificando varios niveles en los que podremos ayudarte. Estos niveles, tomados de recientes investigaciones que validan la propuesta integradora de Carol Ryff, en su modelo de Bienestar.
Te ayudaremos proporcionándote las herramientas necesarias para:
• El manejo y control ambiental, eliminando el sentimiento de indefensión, el locus de control externo generalizado y la sensación de descontrol. Logramos de esta manera: sensación de control y competencia, control de actividades, lograr sacar provecho a las oportunidades y ser capaz de crear o elegir tus propios contextos.
• Crecimiento personal: Se suprime el sentimiento de no aprender, de no mejorar y no lograr utilizar el conocimiento pasado en logros presentes y futuros. Se fomenta la sensación de desarrollo y progreso continuo, la apertura a nuevas experiencias y la capacidad de apreciar nuestras mejoras personales.
• Propósito en la vida: Se controla la sensación de “caminar” sin rumbo, dificultades en las relaciones sociales, proporcionando una sensación de objetivos a conseguir definidos por un rumbo concreto y la sensación de que nuestro pasado y nuestro presente tienen un sentido.
• Autonomía: Trabajamos el bajo nivel de asertividad, la actitud sumisa y complaciente y la indecisión, instaurando capacidad para resistir a las presiones sociales, independencia y determinación, regulación de la propia conducta y autoevaluación de los propios criterios.
• Autoaceptación: Trabajamos el exceso de perfeccionismo y la autocrítica, a través de una actitud positiva hacia uno mismo, la aceptación de nuestros aspectos positivos y negativos y una valoración más positiva de nuestro pasado.
• Relaciones positivas con otros: Profundizamos en la falta de intimidad, afecto y empatía mediante el fomento de relaciones estrechas con otros y el desarrollo de la empatía a través del conocimiento de los derechos asertivos.
Este proceso nos ayuda a construir experiencias coherentes en la vida, proporcionando un sentido de coherencia, que es a la vez un sentimiento y una visión del mundo, en la que se asume que tenemos la suficiente comprensión de los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor, y que somos capaces de manejarlos mediante recursos internos y externos. Y que además tiene un significado para nuestra vida.

¿Cómo podemos ayudarte?
A través del paradigma cognitivo-conductual, resultante como ya hemos visto de investigaciones y modelos que lo avalan, te proporcionaremos las herramientas necesarias para que pongas en práctica un estilo de vida saludable contigo mismo y con los demás.
Las Reglas fundamentales a seguir son:
1. Mantenerse más activo y ocupado.
2. Emplear más tiempo en actividades sociales.
3. Ser productivo en trabajos a los que se dé un significado.
4. Organizarse, manejar bien el tiempo.
5. Detener preocupaciones.
6. Ajustar expectativas y aspiraciones.
7. Desarrollar un estilo de pensamiento optimista y positivo.
8. Estar más centrado en el presente que en el pasado o el futuro.
9. Trabajar en desarrollar una personalidad saludable.
10. Desarrollar una personalidad sociable y con actividades fuera de casa.
11. Ser auténtico.
12. Eliminar sentimientos negativos y problemas.
13. Fomentar y conservar relaciones íntimas.
14. Dar valor a la felicidad y a su mantenimiento.

Mediante nuestros talleres de habilidades sociales, asertividad, autoconcepto y autoestima, te proporcionamos las herramientas necesarias para la consecución de tus objetivos y la optimización del bienestar vital previniendo el proceso de enfermedad en todas sus vertientes.

Caso ficticio
María es una chica de 18 de edad que recientemente ha cambiado de ciudad para comenzar sus estudios universitarios.
Nada más entrar a la consulta refleja una sensación de ser una chica tímida, con la mirada baja e indecisión al hablar.
Nos comenta que siempre ha vivido con su madre ya que su padre las abandonó cuando ella era niña. Nunca ha tenido muchos amigos y tampoco afirma la necesidad de tener más en ese momento, ya que pasaba mucho tiempo con su madre.
Afirma que ahora se siente sola y preocupada por su madre. Ha conocido a muchos compañeros en la facultad, pero dice tener la sensación de que solo se interesan por ella para pedirle apuntes ya que no la llaman para salir. Le cuesta negarse a las peticiones, aunque nos expresa su deseo no “ser utilizada” por sus compañeros.
Comparte piso con otras dos chicas con las que tampoco mantiene mucha relación y sabe que la critican por su forma de vestir y por sacar buenas notas en los exámenes.
Ahora ha suspendido varias materias porque creía que así le sería más fácil relacionarse, pero tampoco lo ha conseguido.
Nos comenta no servir para nada y no saber cómo expresar lo que siente. Le gustaría poder confiar más en las personas y poder salir con amigos y dejar de encontrarse mal.

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Neuropsicología

¿Qué es la neuropsicología?
La neuropsicología se integra dentro de las neurociencias y se asienta en las aportaciones de otras áreas de trabajo. En la actualidad, la neuropsicología integra un amplio abanico de ramas científicas como la neuroanatomía, la neurofisiología, de ciencias médicas como la neurología y la psiquiatría y por supuesto la psicología. Podríamos decir que es el puente de unión entre la neurología, la psiquiatría y la psicología.
Es una disciplina relativamente nueva, ya que se desarrolló a lo largo de los años 40 y se reconoce dentro del ámbito de las neurociencias en los años 50.
De esta manera, la neurosicología sería la ciencia que estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta humana, formada ésta, en el sentido amplio de la palabra, es decir, los procesos mentales, emocionales y conductuales. Este estudio abarcaría tanto a las personas con algún tipo de disfuncionalidad, pero también en personas sin este daño o disfuncionalidad.
Algunas de las características que definen a la neuropsicología siguiendo a Portellano (2005) son:
• Su carácter científico.
• El estudio de las consecuencias del daño cerebral sobre los procesos cognitivos superiores y la conducta.
• La utilización de modelos humanos.
• Su carácter multidisciplinar.

Dentro de esta amplia disciplina, nos encontramos con su sección aplicada, dedicada, más que al conocimiento, a la intervención. Hablamos de neuropsicología clínica.
La neuropsicología clínica se dirige fundamentalmente hacia la evaluación y/o la rehabilitación de las alteraciones neuropsicológicas, es decir, se relaciona con el diagnóstico, la evaluación y el tratamiento. De esta forma mediante la evaluación neuropsicológica se exploran las funciones cognitivas, tanto las conservadas como las afectadas, así como la conducta y los aspectos emocionales, valorando la repercusión funcional de los déficits para que sirva de guía, es su caso, del diseño de un plan de intervención.
Una valoración neuropsicológica se encamina hacia la determinación de las funciones afectadas y preservadas en el paciente. Es decir, es una herramienta que nos permite conocer el funcionamiento cognitivo y conductual mediante exploraciones neuropsicológicas, tanto en personas con daño orgánico o en patologías psiquiátricas y diversas condiciones médicas. Estas valoraciones nos van a ayudar a contribuir al diagnóstico y determinar si los pacientes van a beneficiarse de ciertas intervenciones farmacológicas, quirúrgicas o psicológicas.

¿Cómo podemos ayudarte?
Además de la evaluación y rehabilitación del daño cerebral adquirido, debemos añadir las ramas de neuropsicología infantil o neuropsicología de las demencias y recientemente la neuropsicología enfocada hacia algunos trastornos mentales como la esquizofrenia.
Dentro del ámbito educacional, en los equipos de orientación podemos detectar y valorar trastornos del aprendizaje, así como otras condiciones de afectación neurológica, cuyos primeros síntomas se dan en el ámbito educativo. Así, dentro de la neuropsicología infantil se trabaja con niños con trastornos del neurodesarrollo, se realizan intervenciones dentro del ámbito educativo o en el aula en niños con autismo o Asperger, déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o niños con altas capacidades, dificultades del aprendizaje, como la dislexia, trastornos del lenguaje, o discapacidad intelectual. También podemos desarrollar programas en el ámbito educativo para estimular, en niños sin disfunción, ciertas habilidades como la creatividad o las inteligencias múltiples.
Otro ámbito de aplicación de la neuropsicología es el médico-legal, donde existe una demanda cada vez mayor de valoraciones neuropsicológicas. De esta forma aplicamos los conocimientos neuropsicológicos al ámbito legal. Las principales tareas del neuropsicólogo forense, dentro del derecho civil y laboral, son la evaluación de daños, secuelas y minusvalías, la incapacitación civil en caso de enfermedades neurodegenerativas o daño cerebral adquirido o la determinación de la incapacidad laboral.

Situaciones en las que podremos ayudarte:
• Tratamiento de las demencias.
• Programas de rehabilitación de la memoria.
• Programas de mantenimiento cognitivo.
• Centros de Atención temprana.
• Psicología educativa.
• Neuropsicopedagogía escolar.
• Programas de mejora de la inteligencia.
• Prevención del daño cerebral.
• Neuropsicología forense.
• Domótica.

La evaluación neuropsicológica
La evaluación neuropsicológica consiste en un examen amplio de las funciones cognitivas, conductuales y emocionales que pueden resultar alteradas después de un daño cerebral. Este examen se realiza a través de entrevistas, tests, escalas estandarizadas, cuestionarios, etc.
El principal objetivo de la evaluación neuropsicológica es identificar las consecuencias cognitivas, conductuales y emocionales de la disfunción cerebral, así como la repercusión funcional de dichas consecuencias. Se determinarán, a través de la evaluación neuropsicológica, tanto los aspectos conservados como los deficitarios, sin olvidar la evaluación del comportamiento y la forma en la que el paciente se desenvuelve en su vida cotidiana (Tirapu, Ríos-Lago y Maestú, 2008).

Algunos de los objetivos de la evaluación neuropsicológica son:
• Diagnóstico.
• Localización de la lesión.
• Pronóstico.
• Elaboración de un plan de tratamiento.
• Valoración de los progresos del paciente.
• Predicción de la capacidad de un individuo para realizar determinadas funciones.
• Valoración de la eficacia de los tratamientos.
• Dictámenes médico-legales y peritaciones.

La rehabilitación de las funciones cognitivas
Nuestro objetivo es reducir los déficits que se producen tras una lesión cerebral a través de varias técnicas o estrategias de intervención para lograr que el paciente logre la máxima recuperación posible, de tal forma que pueda desenvolverse mejor en su medio, es decir ganar en funcionalidad, independencia, autonomía y mejorar su calidad de vida.

La rehabilitación neuropsicológica no solo se reduce a la intervención o rehabilitación de los procesos cognitivos, sino también al abordaje de los trastornos de conducta, de las alteraciones emocionales y de la repercusión social y laboral o académica, que todos estos déficits producen en el paciente. No se debe olvidar a la familia, ya que ésta, como veremos a lo largo de este tema, también se ve afectada y debe aprender a manejar y sobrellevar la nueva situación junto al paciente.
Todo esto se consigue a través de tres tipos de abordaje rehabilitador;
• El reentrenamiento, que se centra en la recuperación de la función mediante su estimulación directa y es el método más utilizado.
• La sustitución, que se centra en la potenciación de las facultades no afectadas. De esta forma cuando se produce una pérdida de una función se recurre al uso de otras funciones preservadas, enseñando al paciente estrategias alternativas en la forma de realizar las tareas.
• La compensación, que consiste en entrenar al paciente en el uso de dispositivos externos o realizar modificaciones en su entorno.

Caso ficticio
Paciente mujer de 22 años, sin antecedentes médicos de interés, que presenta cuadro brusco de cefaleas, vómitos y descenso del nivel de conciencia. En la documentación médica se encuentran las siguientes pruebas; TAC mostrando un hematoma frontal basal izquierdo de unos 20cc abierto a ventrículos que provocaba moderada hidrocefalia. Angiotac que muestra un aneurisma en la arteria comunicante anterior. Aparecen trastornos pupilares y aumento de la hidrocefalia por lo que se coloca drenaje ventricular externo. Se detecta vasoespasmo de ambas ACMs, siendo más acusado en la izquierda. Se le realiza una embolización del aneurisma. Una vez dada el alta hospitalaria, la paciente recibió tratamiento de forma ambulatoria en fisioterapia, terapia ocupacional y logopedia en el hospital. Posteriormente, la paciente ha iniciado numerosos tratamientos y ha consultado a diversos especialistas. La paciente acude a consulta acompañada de su padre, para valorar posibilidad de tratamiento y recuperación de las alteraciones secundarias al daño cerebral sufrido. Presenta buen aspecto general, consciente, colaboradora, caminando de forma independiente con marcha hemiparética, comunicándose de forma oral con taquilalia, repitiendo a menudo las frases, haciendo uso de frecuentes «coletillas» y presentando estereotipias conductuales. Su familia refiere que a pesar de que la evolución había sido muy favorable, persisten en la paciente alteraciones en las funciones cognitivas y conductuales (desorientación, dificultades de atención, déficit de memoria, alteraciones en la lectura, apatía, falta de espontaneidad, irritabilidad, obsesiones y compulsiones) e importantes limitaciones funcionales debido a sus déficit físicos y sobre todo neuropsicológicos. En la exploración neuropsicológica se constataron importantes déficits cognitivos y de conducta.

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Trastorno de personalidad

¿Qué es la personalidad?

Los psicólogos definimos la personalidad como “Un patrón estable de conducta”. La personalidad es esa forma de ser diferente de una persona respecto a las demás. Igual que no hay dos personas físicamente iguales (excepto los gemelos monocigóticos) las personas también nos diferenciamos en nuestras características personales.

La personalidad es lo que da estabilidad a nuestro comportamiento. Son esas características que permanecen más o menos estables a lo largo del tiempo.

Los psicólogos han estudiado a lo largo de los años distintos factores o dimensiones de personalidad. Vamos a explicar algunas de estas dimensiones para comprender a qué nos referimos con el concepto de personalidad:

  • Aunque es difícil realizar una definición de la inteligencia todos sabemos a qué nos referimos con este concepto. Unas personas tendrán un nivel de inteligencia bajo, otras medio y otras alto. Y la capacidad intelectual se mantendrá relativamente estable a lo largo de los años.
  • Introversión/extraversión. Las personas son más o menos extravertidas. Unos somos más sociables y otros preferimos mantener una sociabilidad más limitada. Unos somos más expresivos y otros lo somos menos.
  • Las personas también nos diferenciamos unas de otras en la tendencia a reaccionar con ansiedad. Tenemos más o menos tendencia a desarrollar miedos. Somos más o menos temerosas.

Estos son solo algunos ejemplos de variables de personalidad, pero suficientes para comprender el concepto.

No hay patrones de personalidad (conjunto de variables de personalidad de un sujeto concreto) buenos ni malos. Normales ni patológicos. Simplemente algunos patrones se adaptan más o menos a determinadas funciones. Por ejemplo, una persona creativa, imaginativa, innovadora, soñadora, rebelde, con elevada emocionabilidad se adaptará perfectamente a un puesto de creativa de marketing, pero, quizás no tanto, a la vida militar.

 

¿Qué son los trastornos de la personalidad?

Los trastornos de la personalidad son patrones de comportamiento estables (personalidad) que se alejan en un grado significativo de la línea de la “normalidad”. Esta forma de ser produce una falta de adaptación al entorno que se manifiesta en disfunciones en alguna de las áreas importantes de la vida: estudios/trabajo, pareja/familia, vida social o actividades propias de la vida cotidiana. Dicha forma de ser también puede producir un malestar significativo en la persona.

Los trastornos de la personalidad afectan a la persona de una forma global, es decir, la alteración se manifiesta en la cognición (forma de pensar), la emoción y la conducta.

Además, los trastornos de la personalidad suelen comenzar al final de la adolescencia o comienzos de la vida adulta y se mantienen estables a lo largo del tiempo.

Descripción de los trastornos de la personalidad

A continuación vamos a exponer los trastornos de la personalidad con una breve descripción de los mismos:

  • Trastorno dependiente de la personalidad. La persona se siente sola y desprotegida en un “mundo hostil”. La creencia nuclear es: “Necesito tener una persona a mi lado para ser feliz”. Tiene miedo a ser abandonada por su pareja lo que le lleva a “aguantar” por ese miedo al abandono. Ante una ruptura se siente hundido por lo que se “agarrará” a la primera persona que encuentre. Suelen ser personas indecisas e inseguras.
  • Trastorno histriónico de la personalidad. Se denomina la “teatralidad del comportamiento”. Se dice de la persona que “en el funeral tiene que ser el muerto y en la boda el novio”. Necesidad de ser el centro de atención en las reuniones sociales. Expresividad exagerada de las emociones, sean de tristeza o de alegría.
  • Trastorno narcisista de la personalidad. La persona tiene una elevadísima autoestima. Piensa que es especial y que merece ser tratado de forma especial. Presenta sentimientos de superioridad respecto a los demás. En la forma de vestir se suelen presentar pulcros y aseados.
  • Trastorno esquizoide de la personalidad. La persona tiene muy reducida la capacidad para experimentar y expresar las emociones. Se sienten bien realizando actividades solitarias y evitan las situaciones sociales y reuniones familiares porque no disfrutan de ellas. Las relaciones sexuales y el formar parte de una familia no les suele interesar demasiado.
  • Trastorno esquizotípico de la personalidad. Personas desconfiadas, reservadas, solitarias. Suelen manifestar comportamientos extraños o formas de vestir extravagantes. Pueden utilizar un lenguaje extraño, incluso inventando palabras. Apenas tienen uno o ningún amigo de confianza. Puntualmente pueden manifestar ideas delirantes.
  • Trastorno paranoide de la personalidad. Tendencia generalizada a la desconfianza. Las acciones neutras o incluso positivas pueden ser interpretadas como ataques personales. Rara vez olvidan una ofensa. Desconfían de socios y de la propia pareja. Las conductas de desconfianza y malinterpretación de las intenciones se suelen manifestar incluso con los miembros de la familia y amigos.
  • Trastorno límite de la personalidad. Tendencia a la evitación. Amenazas o intentos de suicidio frecuentes o conductas autolesivas. Se dice que la persona está siempre “suicidándose o pensando en suicidarse”. Suelen tener problemas con el control de las conductas asociadas a refuerzo: alcohol, drogas, sexo, juego, compras, etc. Tendencia a la ira. Pueden pasar en sus relaciones cercanas del amor al odio de forma brusca. Pueden tener episodios depresivos muy intensos de corta duración (horas). Inestabilidad de las emociones y de las relaciones.
  • Trastorno antisocial de la personalidad. Psicopatía. No respeta las normas sociales ni las leyes. En la infancia o adolescencia ha podido participar en agresiones, daños materiales, provocación de incendios, crueldad con animales. Pueden usar un alias. Comportamientos amenazantes. Ausencia de empatía y remordimiento por sus conductas. Comportamiento seductor y manipulador.

 

  • Trastorno evitativo de la personalidad. Personas que rehúyen las situaciones sociales pero no por ansiedad (como en la fobia social) sino porque no desean ni disfrutan de dichas relaciones. Miedo al rechazo social. Evitan las responsabilidades.

 

Características comunes de los Trastornos de la Personalidad

Se dice que los trastornos de la personalidad tienen una fiabilidad diagnóstica baja. Esto es, que ante un mismo caso, un psicólogo o psiquiatra diagnosticará un trastorno de la personalidad y otro realizará un diagnóstico de otro diferente.

Esto ocurre porque nos podemos encontrar varias situaciones. En algunos casos existirá claramente el diagnóstico de un trastorno de la personalidad concreto. Hay ocasiones en las que la persona cumplirá los criterios diagnósticos de dos o más trastornos de la personalidad. También puede ocurrir que la persona cumpla criterios de un trastorno de la personalidad y varias características de uno o más (sin llegar a cumplir criterios diagnósticos). Hay veces que la persona cumplirá algunos criterios de un trastorno de la personalidad sin cumplir los requisitos del diagnóstico. Esto mismo puede ocurrir respecto a dos o más trastornos de la personalidad.

En realidad, esto no es un problema para un psicólogo de orientación cognitivo-conductual porque la intervención se diseñará a partir de las conductas problema encontradas tras la evaluación.

Otro problema que nos encontramos los psicólogos en la intervención con personas con un trastorno de la personalidad es que es difícil que nos venga un cliente diciendo: “tengo trastorno paranoide y quiero tratarme”. La persona está acostumbrada a su forma de ser y no piensa que sea un trastorno. Es así desde que era muy joven. Es diferente de una persona que está bien, y, empieza a sentirse deprimida o a sufrir un trastorno de ansiedad. Por eso, nuestra experiencia con los trastornos de la personalidad suele ser que la persona acude por un trastorno clínico: depresión, problemas de pareja, una ruptura, etc, y, tras la evaluación encontramos que padece un trastorno de la personalidad. En estos casos, unas veces podremos abordar el problema directamente, decirle lo que le pasa y proponerle una intervención y otras veces tendremos que abordar las características del problema sin realizar un diagnóstico explícito.

Se dice que los trastornos de la personalidad son más difíciles de tratar que los trastornos clínicos. La diferencia en el tratamiento de los trastornos de la personalidad está en la duración. Nos encontramos con comportamientos sobreaprendidos, es decir, que la persona lleva años pensando, sintiendo y comportándose así. Por lógica, la intervención psicológica debe ser de más duración. Si la duración media en un trastorno clínico es de 3 meses, en los trastornos de la personalidad la duración será de entre 6 y 8 meses.

 

Caso ficticio

Marisa acude a tratamiento psicológico por presentar síntomas de ansiedad elevada y estado de ánimo bajo desde hace 2 meses. Tenía una relación estable de 2 años de duración con Miguel, con quien tenía pensado iniciar la convivencia. Las discusiones eran continuas. Miguel se quejaba de que Marisa no tenía ganas de mantener relaciones nunca. Rara vez expresaba sus emociones, pocas veces sonreía. Prefería quedarse en casa cuando él proponía salir un día con amigos o visitar a familiares. Estando en casa, Marisa pasaba las horas leyendo o en el ordenador. Tras una de las discusiones, Miguel había decidido dejar la relación.

En la entrevista inicial pasamos algunos cuestionarios a Marisa encontrando síntomas de depresión y ansiedad que comenzaron tras la ruptura de la relación. Así, comenzamos la terapia de un Trastorno Adaptativo. No obstante, en la tercera sesión le pasamos el Inventario Clínico Multiaxial de Millon encontrando puntuaciones muy elevadas en el rasgo Esquizoide, por lo que nos planteamos, junto a la demás información de que disponíamos, que nos encontrábamos ante un Trastorno Esquizoide de la Personalidad.

Tras mejorar los niveles de ansiedad y depresión comenzamos unos módulos de intervención dirigidos a trabajar la experimentación y expresión de las emociones, animando a la persona a esforzarse por implicarse en situaciones sociales (aunque no le resultase muy gratificante), utilizar más el lenguaje de las emociones (“Estoy triste, qué alegría de verte, etc.”) e incrementar el contacto físico con los demás.

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Trastorno bipolar

Los trastornos del estado de ánimo

El estado de ánimo es un continuo que va de la tristeza a la alegría, o, de la extrema  tristeza (episodio depresivo) a la extrema alegría (episodio maníaco).

En este continuo hemos representado el estado de ánimo. Si cero es la extrema tristeza y 100 la extrema alegría, nuestro estado de ánimo se situaría entre 40 y 60. Es decir, en momentos o días estaremos más alegres o más tristes.

Sin embargo, si durante más de 2 semanas nos situamos en valores cercanos a 0, diremos que pasamos por un episodio depresivo (y se diagnosticará Trastorno de depresión mayor). Igualmente, si durante 1 semana o más nos situamos cerca de 100, diremos que estamos sufriendo un episodio maníaco (y se diagnosticará Trastorno bipolar).

Un episodio maníaco es “un estado de ánimo diferenciado e identificable elevado, expansivo o irritable”. Debe ser un cambio en el estado de ánimo normal de la persona, que se eleva excesivamente, siendo este cambio perfectamente identificable por las personas que lo conocen. Dicho estado de ánimo será “anormalmente elevado”. No es un momento de alegría puntual motivado por una causa concreta. Es una elevación anormal, llamativa, diferenciable, que se sale de lo habitual.

Esa elevación del estado de ánimo se manifiesta por las siguientes características (que tienen que cumplirse de forma clara y notoria):

  • Estado de ánimo elevado expansivo o irritable.
  • La persona está más habladora de lo habitual, verborrea.
  • Disminución de la necesidad de dormir (la persona se siente perfectamente después de dormir, p. ej. 3 horas).
  • Sentimientos de energía elevada, ausencia de cansancio, elevada actividad.
  • Sentimientos de grandiosidad o elevada autoestima.
  • Distraibilidad fácil. La persona se distrae ante estímulos irrelevantes.
  • Pensamiento acelerado llegando a la fuga de ideas.
  • La persona se implica en proyectos ruinosos que ve que van a ser el negocio de su vida.
  • Incremento de la actividad social. Hiperactividad motora.
  • Incremento de las conductas impulsivas: compras excesivas, juego, sexo, consumo de alcohol o drogas.

Hay que tener en cuenta que la elevación del estado de ánimo es tan acusada que se llega a una gravedad de los comportamientos que en la mayoría de las ocasiones hace necesario un ingreso en salud mental o la instauración de un tratamiento farmacológico.

 

¿En qué consiste el tratamiento psicológico del trastorno bipolar?

Desde el modelo conductual, toda intervención se diseña a partir de los resultados de la evaluación clínica. Se aplicará un protocolo de intervención para cada trastorno. En el caso del Trastorno bipolar, la intervención incluye:

  • Psicoeducación individual y familiar. Tanto la persona afectada como sus familiares más cercanos necesitan conocer qué es el trastorno bipolar, identificar los síntomas de manía y de depresión, conocer la importancia de la medicación y para qué sirve, etc. Esta información, es un componente fundamental de la terapia psicológica del trastorno bipolar.
  • Información sobre la medicación. En trastorno bipolar es fundamental que la persona tome la medicación adecuada a cada fase del problema. En el inicio y durante un episodio maníaco, el tratamiento se basará en los estabilizadores del ánimo. En los episodios depresivos, el tratamiento con antidepresivos será necesario. Los ansiolíticos puede que estén presentes durante gran parte del curso del trastorno. El problema fundamental con las personas que padecen trastorno bipolar es que en las fases maníacas se sienten muy bien, contentos, animados, con elevada autoestima. Al sentirse bien piensan que no necesitan medicación y dejan de tomarla. Entonces se producirá un agravamiento de los síntomas. La persona afectada y sus familiares deberán obtener información precisa sobre la medicación y seguir siempre la pauta farmacológica acordada con su psiquiatra.
  • Programación de actividades. En trastorno bipolar enseñaremos a la persona a manejar los cambios del estado de ánimo a través de la programación de actividades. Es difícil porque tenemos que actuar en contra de nuestra tendencia. Cuando la persona está deprimiéndose no tiene ganas de hacer nada y su tendencia es reducir actividades. Y cuando se está elevando el estado de ánimo la persona incrementará las actividades. El manejo del estado de ánimo se puede hacer obligándose a realizar actividades agradables cuando el estado de ánimo está bajo y reduciendo actividades y realizando actividades más tranquilas cuando se está elevando.
  • Autoconocimiento de los cambios del estado de ánimo. Mediante un Autorregistro la persona puntuará su estado de ánimo diario desde -3 a +3. Así se van elaboran gráficas en las que vamos viendo cómo evoluciona el estado de ánimo y nos ayudan a detectar pronto los cambios en el mismo.
  • Programa de Autoestima y Asertividad. La mejora de la autoestima mediante la intervención adecuada ayudará a mejorar el estado de ánimo depresivo. El entrenamiento en habilidades sociales y asertividad también dotará a la persona de recursos personales.
  • Terapia cognitiva. Aprendiendo a detectar y conocer los pensamientos negativos y las distorsiones en la interpretación de la realidad. Mediante diálogos socráticos y pruebas de realidad la persona aprenderá a pensar de forma más racional y objetiva, evitando los pensamientos automáticos negativos o positivos (ambos son igualmente irracionales).
  • Prevención de recaídas. Aprender a detectar los indicadores conductuales que predicen la aparición de un episodio depresivo o maníaco para utilizar estrategias que eviten la instauración del mismo o reduzcan su gravedad. Ej. si empieza a dormir poco durante dos o tres días, comenzar a tomar hipnótico-sedantes y benzodiacepinas para aumentar las horas de sueño (prescritos por su psiquiatra).
  • Otros módulos de intervención. Dependiendo de la evaluación realizada se aplicarán otros módulos de intervención que se consideren necesarios.

 

Caso ficticio

Mario acude a la primera sesión acompañado de su novia Elena. Nos cuenta que con 23 años le diagnosticaron un trastorno bipolar. En aquella época estaba estudiando y trabajaba de camarero. Comenzó a dormir muy poco y se sentía lleno de energía durante el día. Se veía capaz de cualquier cosa. No paraba de hablar. Estaba todo el día activo y solía quedar con varios amigos en distintos momentos de un solo día. Se veía con cualidades excepcionales como camarero y se le ocurrían muchas ideas sobre cómo organizar mejor las cosas en el trabajo. Le fue surgiendo la idea de montar un restaurante vegetariano. Pronto fue elaborando su proyecto y en una semana ya lo tenía todo planeado. Abriría 3 restaurantes simultáneamente para cubrir las 3 zonas más alejadas de su ciudad. Pronto estaba buscando locales, personal, proveedores y solicitando financiación en su banco. Estaba seguro de que sería el negocio de su vida. No podía salir mal. Ya tenía calculados los beneficios que obtendría cada mes y, según sus cuentas, podría devolver el préstamo en el primer año.

Pero su familia no veía las cosas así. Les parecía un proyecto totalmente ilusorio. Además, estaban preocupados por el comportamiento de Mario. Hacía semanas que no era el mismo. Se irritaba cuando le llevaban la contraria. No escuchaba, solo hablaba sin parar y a veces parecía como ido. Cuando el banco le denegó los préstamos entró en tal estado de agresividad que llamaron a emergencias y lo ingresaron involuntariamente.

Cuando salió del hospital tomando su medicación era otro, pero a los 6 meses fue de monitor a un campamento de verano. La falta de sueño y el estrés le hizo comenzar con los mismos síntomas. Empezó a sentirse muy bien y pensó que no necesitaba tomar ninguna medicación porque él no estaba enfermo.

Después de esta recaída ha pasado un año bien pero quiere realizar una intervención para evitar nuevas recaídas y mejorar su vida en general.

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Hipocondría

¿Qué es la hipocondría?

Lo que comúnmente hemos conocido siempre como hipocondría o hipocondriasis, en la actualidad, los profesionales de la salud mental, lo denominamos, Trastorno de Ansiedad por Enfermedad (TAPE).

Este cambio de nombre viene a hacer más específica su definición, incluyendo así a todas aquellas personas con una preocupación o miedo excesivo a padecer una enfermedad. De esta manera se elimina la confusión que existía con aquellas personas cuya preocupación gira en torno a padecer un síntoma concreto (Trastorno Somatomorfo) y con aquellas que, padeciendo una enfermedad física objetiva, padecen un problema de ansiedad derivado de su condición médica (Trastorno Adaptativo).

Así pues, en el Trastorno de Ansiedad por Enfermedad, puede haber algún síntoma, pero la ansiedad derivada sería desproporcionada. Incluso se diagnostica existiendo algún tipo de enfermedad cuya entidad no sea de elevada importancia, siendo la idea de estar terriblemente enfermo excesivamente relevante. Además, suelen interpretar cualquier señal o sensación física como si de un síntoma grave se tratara. Las molestias informadas por estos pacientes tienden a ser vagas, variables y generalizadas, siendo el dolor el síntoma más referido, aunque también son muy habituales las quejas acerca del funcionamiento cardiorrespiratorio e intestinal.

Las personas con trastorno de ansiedad por enfermedad se alarman fácilmente con las enfermedades, al oír que alguien se ha puesto enfermo o al leer noticias sobre historias relacionadas con la salud.

Su preocupación por la enfermedad no diagnosticada no responde a la certeza médica, las pruebas diagnósticas negativas o a un curso benigno. Los intentos, del médico de tranquilizar y paliar los síntomas, generalmente, no alivian la preocupación del individuo y pueden aumentarla. La preocupación por la enfermedad ocupa un lugar destacado en la vida de la persona y afecta a las actividades cotidianas, e incluso puede dar lugar a una invalidez. La enfermedad se convierte en un elemento central de la identidad del individuo y de su propia imagen, en un tema frecuente de discurso social y en una respuesta característica a los eventos estresantes de la vida.

Los individuos con este trastorno a menudo se autoexaminan, investigan en exceso sobre su sospecha de enfermedad y buscan el consuelo de la familia, los amigos o los. médicos. Esta preocupación incesante a menudo se vuelve frustrante para los demás y puede dar lugar a una considerable tensión dentro de la familia. En algunos casos, la ansiedad conduce a la evitación de situaciones o de actividades (p. ej., el ejercicio), ya que estas personas temen que puedan poner en peligro su salud.

Como la mayor parte de los problemas emocionales, la hipocondría tiene un origen aprendido. Es decir, en algún momento de su vida la persona empezó a ver sus dolores o sensaciones como síntomas. Poco a poco, fue asociando las sensaciones físicas con peligro. Es lo que en psicología llamamos condicionamiento clásico o aprendizaje por asociación.

Una persona con una excesiva preocupación por la salud, presenta los pensamientos y sensaciones anteriormente comentados. Para cortar esa ansiedad o malestar realiza una serie de conductas que llamamos escapes o evitaciones. Éstas pueden ser mirar en internet, ir al médico, preguntar a su madre, tomar ansiolíticos, no hablar de enfermedades…

A corto plazo, esas conductas generan un alivio. A largo plazo están siendo lo que mantiene el problema. Si las realizamos nuestro cerebro no puede desconectar sensación física=peligro y además no comprobamos que lo que tememos no sucede. A este proceso lo llamamos “trampa de la ansiedad”.

Sentir ansiedad es algo adaptativo ya que nos protege de situaciones peligrosas. Por este motivo, nuestro organismo la activará cuando “salte la alarma”. Por ello, cuando tenemos pensamientos tan negativos sobre los “síntomas” es muy difícil no realizar las conductas de seguridad.

 

¿Cómo podemos ayudarte?

Desde la psicología conductual podremos ayudarte en los dos componentes que integran este problema.

Por un lado los pensamientos que aparecen en la hipocondría suelen ser: “seguro que es una enfermedad grave”, “seguro que es un tumor”, “seguro que es un infarto”, “seguro que los resultados médicos son negativos”, “seguro que el médico se equivoca”…

Evidentemente, cualquier persona que tenga este tipo de pensamientos sentiría una gran ansiedad.

En general, estos pensamientos que nos hacen daño vienen de manera muy extrema, en términos de todo-nada, siempre-nunca. o es blanco o es negro. Por ello nos generan emociones muy fuertes y difíciles de controlar.

Te ayudaremos a identificar este tipo de pensamientos para después ver que estamos dando una probabilidad del 100% a que el “síntoma” sea algo grave, y esa gravedad también será del 100%. Por ejemplo, asumimos que el dolor de cabeza es algo malo, ese “algo malo” es un tumor y ese tumor será mortal.

En la consulta, mediante la terapia cognitiva, te enseñaremos una manera sistemática de ir quitándole fuerza a esos pensamientos.

Por otro lado, los pensamientos que hemos comentado anteriormente nos aportan ansiedad y, como hemos explicado, si aparece la señal de alarma, nuestro cuerpo pondrá en marcha una serie de conductas para “ponernos a salvo” y cortar esa ansiedad.

En el momento en el que los pensamientos tengan un grado de credibilidad más bajo, podremos empezar a dejar de hacer esas acciones que como hemos visto son las que están manteniendo el problema.

Anticipación: El temor ante la incertidumbre, enfermar de gravedad en el caso del hipocondríaco  acaba resolviéndose a menudo anticipando los escenarios posibles. Piensan que previniendo el “peligro” podrán solucionarlo. El problema es que, de esa manera, estaremos constantemente adivinando el futuro y temiendo algo que tiene una probabilidad muy baja de ocurrencia.

Atención focalizada: la persona con hipocondría centra su atención en las sensaciones de su cuerpo. Esto puede hacer que aparezcan “síntomas” nuevos. Por ejemplo, ahora mismo no estás notando tu pie derecho, pero si te pido que le prestes atención, empezarás a notar cosquilleo, que te aprieta el zapato, alguna herida…

Comprobación: una de las conductas que alivia la ansiedad que producen las sensaciones es la de comprobar “que no es nada”. De este modo, la persona con hipocondría se mirará en el espejo, se tocará la zona que piensa que está afectada, revisará partes de su cuerpo para cerciorarse de que siguen igual, etc.

Re-aseguración: por los motivos anteriores, una conducta típica es la de preguntar a algún familiar sobre los “síntomas”, buscarlos en Internet, llamar al médico o ir al hospital.

¿En qué consiste la terapia psicológica de la hipocondría?

Con el único tratamiento para este problema denominado eficaz propondremos un protocolo de intervención ajustado a las necesidades de cada persona y cada problema concreto. Las directrices que seguiremos para elaborarlo serán:

Psicoeducación: El conocimiento del problema y la toma de conciencia del mismo, es el primer paso para una recuperación eficaz.

Autoprohibiciones: Será necesario que nos concienciemos a nosotros mismos, de que existen una serie de conductas que debemos extinguir de nuestro repertorio, por ejemplo, las conductas comprobatorias como acudir al médico, mirar en internet, etc.,

Terapia cognitiva: mediante técnicas como la reestructuración cognitiva, pruebas de realidad, discusión de los errores cognitivos, etc., se tratará la certeza mantenida en los pensamientos irracionales.

Exposición: Bien sea con Desensibilización Sistemática o con inundación, dependerá de la persona a tratar y su problema concreto. Una vez que el grado de certeza en las creencias se haya reducido, nos expondremos a las conductas desadaptativas que se realizan para paliar la ansiedad.

 

Caso Ficticio

Se presenta un hombre de mediana edad con su pareja. Su madre falleció de manera repentina hace un año. Padecía un cáncer de estómago. Acudió en numerosas ocasiones al médico por dolor, pero nunca fue derivada al especialista por el médico de atención primaria. Únicamente cuando su dolor fue insoportable fue cuando acudió por urgencias al hospital donde ya descubrieron una metástasis importante e imposible de tratar. Falleció a las 3 semanas.

Afirma que, desde entonces, que él también padece del estómago, que no es un dolor muy fuerte pero que se “nota” todos los días. Está muy nervioso, acude al médico, donde siempre le dicen que no es nada de importancia, pero él no le cree, afirma que su madre empezó así y no le hicieron caso. Dice que tiene cáncer también y que nadie le cree. Afirma que acude a nuestra consulta por las continuas peleas con su pareja, porque ella cree que necesita nuestra ayuda. Él ya no sabe qué creer, pero afirma necesitar ayuda.

Por su parte, la esposa, nos dice que está a punto de perder su trabajo, que incluso ha reducido la ingesta de alimentos porque incluso, la sensación de saciedad en el estómago lo alteran mucho. Debido a esto ha perdido mucho peso y, claro, también lo interpreta como un síntoma de cáncer terminal. La última vez que acudió al médico terminó con una discusión. Nos cuenta que la situación es insostenible y que necesita ayuda antes de perder su trabajo e incluso, perder su matrimonio.

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Violencia familiar

¿QUÉ ES LA VIOLENCIA FAMILIAR?

La violencia es aquello que se ejecuta con fuerza y brusquedad, o que se hace contra la voluntad y el gusto de otro. Se trata de un comportamiento deliberado que puede ocasionar daños físicos o psíquicos a otro sujeto. Por lo general, un comportamiento violento busca obtener o imponer algo por la fuerza.

Por otra parte, la familia es la principal forma de organización de los seres humanos. Es una agrupación social basada en lazos de consanguinidad (como la filiación entre padres e hijos) o en el establecimiento de un vínculo reconocido socialmente (como el matrimonio).

La violencia familiar, por lo tanto, es la acción u omisión que el integrante de un grupo familiar ejerce contra otro y que produce un daño no accidental en el aspecto físico o psíquico.

Tipos de violencia familiar
Entre los principales tipos de maltrato o violencia que se dan en el seno de una familia hay que destacar dos grandes grupos. Así, en primer lugar, está la física, que es la que se manifiesta a través de lesiones graves o bien a través de otras menores, que no requieren asistencia médica, pero que, igualmente, causan un gran daño a todos los niveles en la víctima.

En segundo lugar está la violencia familiar emocional que es aquella en la que la víctima no sufre físicamente sino a nivel sentimental. En este caso la citada se manifiesta a través de lo que es el rechazo, el ignorar, el terror o el aislamiento.
Este tipo de violencia es penado por la ley, aunque se trata de un delito que no suele ser denunciado. Esto es porque la víctima siente temor, vergüenza y hasta culpa por denunciar a un integrante de su propia familia.
Entre las principales señas de identidad que podemos destacar que tiene todo maltratador se encuentran su incapacidad para expresar cualquier tipo de afecto, una baja autoestima, el no saber controlar sus impulsos y también el haber sido víctima de maltrato, por parte de su entorno, durante su infancia.

Por su parte, las víctimas de la violencia familiar suelen tener en común características tales como el ser sumisos, contar igualmente con una baja autoestima, ser absolutamente conformistas con lo que creen que es lo que les toca vivir, y también el tener problemas para mostrar su afecto.
Tal como mencionábamos líneas arriba, la violencia familiar también puede ejercerse por la omisión de obligaciones y responsabilidades. Por ejemplo, cuando un padre abandona a su hijo y no le proporciona los alimentos y el cuidado que éste necesita.

En la actualidad ha aumentado de manera considerable la violencia familiar que los hijos llevan a cabo sobre sus padres. Un hecho que es fruto no sólo de diversas desestructuraciones en el seno familiar sino también de habérseles consentido todo a aquéllos y de no haber sabido imponerles unas reglas de conducta, comportamiento y obligaciones.
La violencia familiar, por otra parte, incluye casos de abuso sexual, incluso dentro un matrimonio. Ese es el caso de un hombre que obliga, presiona o condiciona a su esposa a tener cualquier tipo de relación sexual sin que la mujer tenga la voluntad de hacerlo.

No menos importante, tal como alerta la OMS (Organización Mundial de la Salud) son las crecientes cifras de casos de violencia hacia las personas de la tercera edad, ya que constituyen uno de los grupos de población más vulnerables de sufrir violencia. Ya sea en casa de algún familiar, en cuyo caso estaríamos hablando de la denominada violencia domiciliaria o, en instituciones, violencia institucional.

¿Cómo podemos ayudar?
Ya sea en violencia de género, hacia el menor, por parte de un menor agresor o hacia personas mayores, las secuelas psicológicas de la violencia son las mismas:

La conducta violenta, tanto en el terreno físico como en el psíquico va causando un deterioro psicológico en la víctima, que, desde el punto de vista conductual, se manifiesta en una auténtica sumisión a los deseos y órdenes del agresor. El agresor llega a tener un control y dominio que hace que cada vez sea más inflexible, por lo cual la violencia continúa su ciclo de intensidad creciente, y el agredido llega a perder su propia identidad para convertirse en una posesión más. Y, por supuesto, tampoco ayuda a la víctima a decidirse a romper esta situación la falta de apoyo existente (tener que abandonar su hogar, estar en situación de dependencia como en el caso de personas mayores o niños, etc.).

Además de serios daños físicos, la violencia familiar causa en las víctimas trastornos emocionales que serán más profundos y duraderos cuanto más tiempo dure la relación:
• Baja autoestima.
• Interiorización de la dependencia del agresor, y, en general, de todas las figuras de autoridad.
• Tienen depresión profunda: falta total de esperanza, se sienten sin fuerzas, respuestas emocionales muy limitadas, altos niveles de autocrítica y baja autoestima.
• Tienen miedo, estrés, conmoción psíquica aguda, ansiedad y desorientación.
• Incomunicación y aislamiento provocado por el continuo desamparo social.
• Tienen sentimientos de subordinación, dependencia y sometimiento.
• Sentido de culpabilidad.
• Están desmotivados y tienen una profunda ausencia de esperanza.
• Incertidumbre, dudas e indecisiones por bloqueo emocional.
• Falta total de esperanza.
• Impotencia/indecisión: Carecen de poder interior para superar los problemas.
• Vivencia y transmisión de roles agresivos.
• Tienen poco o nulo margen en la toma de decisiones respecto a la vida de pareja, familiar y a la suya propia. Padecen, a veces, trastornos alimentarios severos como anorexia o bulimia.
• Trastornos del sueño.
• Irritabilidad y reacciones de indignación fuera de contexto.
• Frecuentes trastornos de alcoholismo y de ludopatía.
• Baja interiorización de valores sociales y democráticos.

Caso ficticio:
Carmen es una paciente de 78 años que vive con su nieto. Hasta ahora, Carmen se ha ocupado de todas las tareas de la casa. Pero en estos momentos, la progresión de su insuficiencia cardiaca dificulta que lo siga haciendo y su poliartrosis complica más la situación.
En los últimos análisis se han constatado algunos signos de mala nutrición, como anemia y albúmina baja. Aunque cobra una pensión, ésta es insuficiente para poder contratar a una persona, a jornada completa, que se ocupe de las labores del hogar. Con sus esfuerzos por intentar que las cosas sigan como hasta ahora, Carmen acelera la progresión de su enfermedad sin conseguir, por otra parte, mantener la vivienda en condiciones higiénicas aceptables. Es por ello que, la médico de cabecera, nos deriva e informa del problema.
Se decide tener una entrevista con el nieto y averiguar si tienen otros familiares que pudieran hacerse cargo de la situación. El resultado es el siguiente:
• El nieto acepta asumir, parcialmente, el cuidado de la casa y contratar algunos días una ayuda externa.
• Las temporadas que se encuentre en paro laboral será el nieto quien, exclusivamente, atenderá a Carmen y cuidará la casa.
Después de unos meses la salud de Carmen no logra estabilizarse. Gracias al seguimiento domiciliario por parte de enfermería, la médico conoce que el nieto no cumple su parte del compromiso. Junto con el psicólogo, se entrevista con él y se le informa de que dado el empeoramiento de salud objetivado, Carmen no debe pasar tanto tiempo sola, por lo que se le aconseja que vaya a vivir a casa de otros familiares.
Como pasado un tiempo, la paciente vuelve a residir en el domicilio propio, junto con el nieto, y su salud va empeorando, se propone a ambos tramitar plaza en una residencia pública. Después de esperar durante tiempo prolongado la notificación de ingreso y de atender durante dicho periodo algunas descompensaciones, la última de las cuales motivó ingreso en hospital de agudos, la médico obtiene de Carmen la confesión, bajo secreto profesional, de que su nieto le está presionando para que no ingrese en residencia porque, desde hace tiempo, se queda la pensión. Carmen ha ayudado a la crianza del nieto y no quisiera causarle ningún daño.

Cuando una persona sufre cualquier acto de violencia u omisión que le produce un daño, u otro que pone en peligro su integridad física, psíquica o uno de los derechos fundamentales de la persona, estamos ante un caso de malos tratos.
•La negligencia o abandono se traduce en desprotección. La desprotección surge por el incumplimiento de las funciones propias del cuidador, en la provisión de los servicios necesarios para evitar daño de cualquier tipo.
•La supuesta situación de abandono puede entrar en conflicto con la autonomía del paciente, expresada en su voluntad de no modificar la situación. Esto, muchas veces, se explica por el sentimiento de afecto-dependencia emocional que tiene la persona mayor respecto al familiar que le cuida. En otros casos, se explica por miedo a las represalias o por vergüenza.
En el caso que nos ocupa…
• Los daños son:
• Deterioro progresivo de la salud.
• Desnutrición.
• Aislamiento.
• Pérdida económica.
Por lo que se asesoró a Carmen acerca de unas pautas saludables de alimentación, se intervino en el aislamiento mediante el abordaje de la autoestima y se le facilitó un informe para el ingreso a la mayor brevedad posible en un centro para personas mayores donde estuviera atendida, entre otras medidas.

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Bulling o acoso escolar

CARACTERÍSTICAS DEL ACOSO ESCOLAR

El acoso escolar es entendido como el maltrato psicológico, verbal o físico hacia un alumno o alumna producido por uno o más compañeros y compañeras de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado.

Es importante no confundir este fenómeno con agresiones esporádicas entre el alumnado y otras manifestaciones violentas que no suponen inferioridad de uno de los participantes en el suceso y que serán atendidas aplicando las medidas educativas que el centro tenga establecidas en su plan de convivencia y, en todo caso, de acuerdo con lo especificado en los Decretos 327/2010 y 328/2010, ambos de 13 de julio, por los que se aprueban los Reglamentos Orgánicos de los institutos de educación secundaria, y de las escuelas infantiles de segundo ciclo, los colegios de educación primaria, los colegios de educación infantil y primaria y los centros públicos específicos de educación especial.

El acoso escolar presenta las siguientes características:
• Intencionalidad. La agresión producida no constituye un hecho aislado y se dirige a una persona concreta con la intención de convertirla en víctima.
• Repetición. Se expresa en una acción agresiva que se repite en el tiempo y la víctima la sufre de forma continuada, generando en ella la expectativa de ser blanco de futuros ataques.
• Desequilibrio de poder. Se produce una desigualdad de poder físico, psicológico o social, que genera un desequilibrio de fuerzas en las relaciones interpersonales.
• Indefensión y personalización. El objetivo del maltrato suele ser un solo alumno o alumna, que es colocado de esta manera en una situación de indefensión.
• Componente colectivo o grupal. Normalmente no existe un solo agresor o agresora, sino varios.
• Observadores pasivos. Las situaciones de acoso normalmente son conocidas por terceras personas que no contribuyen suficientemente para que cese la agresión.

Tipos de acoso
La agresión y el acoso pueden adoptar distintas manifestaciones:
• Exclusión y marginación social.
• Agresión verbal.
• Vejaciones y humillaciones.
• Agresión física indirecta.
• Agresión física directa.
• Intimidación, amenazas, chantaje.
• Acoso a través de medios tecnológicos o ciber-acoso: Intimidación, difusión de insultos, amenazas o publicación de imágenes no deseadas a través del correo electrónico, páginas web o mensajes en teléfonos móviles.
• Acoso o agresión contra la libertad y orientación sexual.
• Acoso sexual o abuso sexual.

Consecuencias del acoso
• Para la víctima: puede traducirse en fracaso escolar, trauma psicológico, riesgo físico, insatisfacción, ansiedad, infelicidad, problemas de personalidad y riesgo para su desarrollo equilibrado.
• Para el agresor o agresora: puede ser la antesala de una futura conducta antisocial, una práctica de obtención de poder basada en la agresión, que puede perpetuarse en la vida adulta e, incluso, una sobrevaloración del hecho violento como socialmente aceptable y recompensado.
• Para los compañeros y compañeras observadores: puede conducir a una actitud pasiva y complaciente o tolerante ante la injusticia y una percepción equivocada de valía personal.

Como te podemos ayudar
Una vez adoptadas las oportunas medidas de urgencia, por parte del equipo directivo, se recabará la información necesaria relativa al hecho de las diversas fuentes que se relacionan a continuación:
• Recopilación de la documentación existente sobre el alumnado afectado.
• Observación sistemática de los indicadores referentes a las agresiones.
• Entrevista a la familias o familias afectadas, así como a los compañeros que hayan podido sufrirlo o presenciarlo.
• Una vez recogida toda la información, se realizará un informe con los datos obtenidos, para lo que contrastará la información aportada por las diferentes fuentes.

En este proceso se deben considerar los siguientes aspectos:
• Garantizar la protección de los menores o las menores.
• Preservar su intimidad y la de sus familias o responsables legales.
• Actuar de manera inmediata.
• Generar un clima de confianza básica en los menores o las menores.
• Recoger todo tipo de pruebas e indicadores.
• No duplicar intervenciones y evitar dilaciones innecesarias.

Intervención psicológica
Se definirá un conjunto de medidas y actuaciones para cada caso concreto de acoso escolar.

Estas medidas y actuaciones se referirán, tanto a las que sean de aplicación en el centro y en el aula, (en cuyo caso se dará traslado al centro educativo), como a las que sean de aplicación al alumnado en conflicto, que garanticen el tratamiento individualizado tanto de la víctima como de la persona o personas agresoras, incluyendo actuaciones específicas de sensibilización para el resto del alumnado, así como para el alumnado observador.

Con carácter orientativo, se proponen las siguientes medidas y actuaciones para cada caso de acoso escolar:
• Actuaciones con la persona acosada: actuaciones de apoyo y protección expresa e indirecta, actividades de educación emocional y estrategias de atención y apoyo social, intervención individualizada para el aprendizaje y desarrollo de habilidades sociales, de comunicación, autoestima y asertividad o problemas emocionales o de ansiedad derivados del problema.
• En el caso de que se trate de un alumnado agresor: aplicación de un programa y estrategias específicas de modificación de conducta y ayuda personal.
• Actuaciones con los compañeros y compañeras observadores pasivos: actuaciones de desarrollo de habilidades sociales, de comunicación, emocionales y de empatía, campañas de sensibilización así como actividades de mediación y de ayuda entre iguales.
• Actuaciones con las familias: orientaciones sobre cómo ayudar a sus hijos o hijas, sean víctimas o agresores, actuaciones para una mejor coordinación y comunicación sobre el proceso socioeducativo de sus hijos o hijas, información sobre manejo y seguimiento de problemas de conducta en sus hijos, así como establecimiento de compromisos de convivencia.
• Actuaciones con el profesorado y el personal de administración y servicios: orientaciones sobre cómo intervenir positivamente en la situación y cómo hacer el seguimiento, orientaciones sobre indicadores de detección, así como actividades de formación específica.

En caso de colaboración por parte del centro educativo, se informará a las familias del alumnado implicado de las medidas y actuaciones de carácter individual, así como las medidas de carácter organizativo y preventivo propuestas para el grupo, observando en todo momento confidencialidad absoluta en el tratamiento del caso.

Cuento:
En cierta ocasión un grupo de niños de un colegio estaba de excursión. Prácticamente todos jugaban a la pelota, menos Moncho, al que veían como un chico tontorrón que no servía para otra cosa que para reírse de él. Y es que no le gustaban ni las peleas, ni los deportes, ni nada de nada, ¡ni siquiera se defendía cuando le pegaban! Era tan raro, que ni siquiera aquel día jugaba al fútbol como los demás. Y la única vez que dio al balón, lo hizo tan mal que acabó en una pequeña cueva. Cuando entraron por la pelota, en su interior descubrieron un cofre con un enorme libro del que salía un brillo especial. Corrieron a llevárselo a la maestra, quien lo encontró fascinante, y acordaron leerlo en clase a lo largo de los días siguientes.
El libro se titulaba «Los grandes dones», y contaba maravillosas historias y cuentos acerca de grandes inventores, maravillosos artistas, sabios escritores y aventureros y buscadores de tesoros. Con cada historia, los niños abrían aún más los ojos, y quedaban encantados con aquellos personajes con dones tan especiales.
Hasta que llegaron a la última página del libro, la que contaba el origen de aquellos grandes personajes. La maestra leyó:
«Existe un lugar en el cielo llamado la fuente de los corazones, donde antes de nacer a cada corazón se le asignan sus muchos dones. Más o menos un poquito de cada cosa, para conseguir personas normales. Pero de vez en cuando, algo sale mal, y algunos corazones llegan al final mucho más vacíos. En esos casos, se rellenan con un último don que convierte esa persona en excepcional. Pueden faltarle muchas otras cualidades; en muchas cosas será distinto del resto y le verán como un niño raro, pero cuando llegue a descubrir su don especial, sus obras pasarán a formar parte de estos libros y cuentos».
Cuando cerró el libro se hizo un largo silencio en clase. Mientras todos pensaban en sus propios dones, Moncho salió con una de sus rarezas:
– ¿Y si te hacen un trasplante y te ponen el corazón de un cerdo, tendrás cualidades de cerdo? – preguntó todo serio.
Todos sintieron unas enormes ganas de reír, pero entonces, al mirar a Moncho, comprendieron que era él precisamente uno de aquellos casos tan especiales. Y sintieron pena por cada una de las veces que se habían reído de su torpeza y sus cosas raras. Desde aquel día, nunca más trataron de burlarse de Moncho, y entre todos trataban de ayudarle a descubrir su don especial, que resultó ser un talento artístico increíble que le convirtió en el pintor más famoso de su tiempo.
(Extraído del blog “Cuentos para dormir”, de Pedro Pablo Sacristán).

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Atención a tercera edad

Envejecimiento de la población e implicaciones del cambio

La población mundial está envejeciendo a un ritmo vertiginoso y seguirá haciéndolo en las próximas décadas. Los grandes progresos que durante el siglo XX experimentó la medicina, unidos a la mejora de la calidad de vida en gran parte del mundo occidental y en los países en desarrollo, han generado un espectacular y progresivo aumento en la esperanza de vida de las personas desde la primera mitad del siglo XX hasta la actualidad.

El descenso de la natalidad, especialmente en los países más desarrollados, también ha contribuido a este fenómeno de envejecimiento global de la población.

Al comienzo del siglo XXI, la población mayor de 60 años en el mundo ascendía a algo más de 600 millones (aproximadamente un 7 % de la población mundial); para 2050, se estima que esta cifra se triplique, llegando hasta los 2000 millones (un 19 % de la población mundial) (ONU, 2001).

Envejecimiento normal y envejecimiento positivo
El envejecimiento puede ser definido como el conjunto de cambios, negativos (que implican declive) y positivos (que implican crecimiento o aprendizaje), que experimentamos las personas a medida que cumplimos años (Siegel, 2012).

Es cierto que envejecer no es sinónimo de enfermar o ser dependiente. En palabras de Rodríguez (2014), «la persona mayor que está enferma lo está a causa de su enfermedad, no por su edad, porque la edad no es una enfermedad”. Aunque no se puede negar que existe cierta correlación entre la edad y la dependencia asociada a determinados problemas de salud, parece que el inicio de esta etapa de mayor probabilidad de enfermedad y dependencia se ha retrasado considerablemente, en general, colocándose actualmente más allá de los 85 años.

Cada persona es el resultado de una historia única e irrepetible, de múltiples y variadas interacciones entre sus factores biológicos y psicológicos (genes, temperamento, etc.) y sus circunstancias (entorno físico; acceso a recursos educativos, económicos y sociales; estructura social y cultural…). Estas múltiples interacciones van dibujando un entramado diverso de experiencias de vida y trayectorias particulares que contribuyen a explicar estas mayores diferencias entre las personas a medida que se van cumpliendo años.

La Organización Mundial de la Salud (2002) propone el modelo de envejecimiento activo, que, en síntesis sería: el modo de afrontar el envejecimiento viene determinado por la actividad de la persona y asumir que las personas que envejecen con problemas de salud también pueden tener un envejecimiento positivo si se mantienen activas física, cognitiva y socialmente.

Una visión alternativa de envejecimiento con éxito, especialmente interesante por su gran trascendencia en el pensamiento gerontológico, fue la aportada por Baltes y Baltes (1990). Para ellos, la clave del éxito del envejecimiento estaba en una adecuada gestión de las pérdidas inevitables asociadas al envejecimiento por parte del individuo que envejece, quien ha de ser capaz de adaptarse a éstas a través de procesos de regulación que implican seleccionar, compensar y optimizar los recursos, fortalezas y capacidades todavía existentes.

El envejecimiento activo o con éxito es un proceso que abarca toda la vida del individuo. La persona conseguirá envejecer con éxito en la medida en que, tanto el propio individuo como la sociedad, traten de optimizar su funcionamiento biopsicosocial (Fernández-Ballesteros, 2009).

¿Cómo podemos ayudarte?

Enseñándote a prevenir y retrasar los problemas de salud física y psicológica en la vejez, promocionando y facilitando estilos de vida saludables que faciliten el envejecimiento activo y con éxito. Nuestro foco de interés está en los mecanismos que te permiten regular la conducta y la vida, de tal modo que esa regulación te permita optimizar tu bienestar y tu salud.

La persona y sus comportamientos influyen en la aceleración o ralentización de la aparición de los déficits asociados a la edad, así como también influye el entorno con el cual ha estado interaccionando la persona a lo largo de su vida.

De esa manera las dimensiones que debemos fomentar, denominadas del bienestar son;
• Autoaceptación.
• Relaciones positivas.
• Autonomía.
• Manejo ambiental.
• Propósito de vida.
• Crecimiento personal.

Te ayudaremos a desarrollar una serie de habilidades como las creencias de autoeficacia, estado de ánimo positivo, toma de iniciativa, inversión conductual, multifuncionalidad de recursos y variedad de recursos.

La OMS (2002) respalda este movimiento de desarrollo y de programas de intervención considerando que permitirán obtener una serie de resultados satisfactorios, a saber:

» Menor número de muertes prematuras en fases de la vida altamente productivas.
» Menor prevalencia de discapacidad y dependencia asociada a enfermedades crónicas en la etapa de la vejez.
» Mayor número de personas que disfrutan de una calidad de vida y bienestar en la vejez.
» Disminución del gasto en atención sanitaria y tratamientos médicos.
» Aumento de las personas que continúan participando activamente de su contexto a medida que envejecen.

Objetivos que perseguimos
Nuestros ojetivos se enmarcan dentro del marco teórico del Proyecto “Vivir con Vitalidad” (Fernández-Ballesteros, 1996).

• Entrenamiento en estrategias de promoción de las capacidades emocionales, motivacionales y sociales.
• Promover el empleo de herramientas tecnológicas.
• Promover hábitos de vida saludables.
• Psicoeducación sobre el envejecimiento activo y satisfactorio.
• Entrenamiento en estrategias de promoción de la capacidad funcional y la capacidad cognitiva.
• Promover la participación social.

Este Programa se dirige a potenciar y desarrollar conductas saludables en las personas mayores y a modificar las actitudes y creencias que sustentan esas conductas no saludables. De este modo, se establecen dos estrategias fundamentales de intervención:

» Intervención psicoeducativa e intervención conductual, con el objetivo de promover hábitos saludables.

» Intervención cognitivo-motivacional, con el objetivo de eliminar estereotipos negativos relacionados con la vejez, aumentar la percepción de control, entrenar las capacidades cognitivas y afectivas y promover condiciones psicosociales que promuevan un envejecimiento satisfactorio.

Todo ello mediante una serie de módulos donde trabajeremos:
• La salud psicológica con pautas conductuales y la forma física.
• El buen funcionamiento cognitivo.
• Afectos: control y modos de afrontamiento.
• Funcionamiento y participación social.

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